La mosca o la metamorfosis según Cronenberg
Por Jorge Le Brun
"¿Cuándo
Gregorio Samsa despertó el dinosaurio ya estaba ahí?"
- Juan Manuel Parada
Fue una noche en los 90s, me
encontraba en casa de mi abuela, tenía una gran televisión para mí solo y las
películas de “cine permanencia voluntaria”. Pasaban un ciclo de entre 4 o 5
películas - según la duración - que compartían temática todos los fines de semana
en el Canal 5, el cual pertenece a televisa. Es relevante mencionar, dado que
no había la cantidad de opciones con las que contamos ahora, en México u otros países
para ver películas. Que si el contenido de la televisora es pura basura,
indiscutible, pero ese bloque de los sábados y domingos tenía de todo, y fue
referente para muchos niños mexicanos en los 90s. Daban películas como Magnolia (Paul Thomas Anderson 1999) o Clockwork orange (Stanley Kubrick 1971);
otras como la del cocodrilo en la alcantarilla, Alligator (Lewis Teague 1980), las películas de la historia sin
fin, y por supuesto, las sagas de terror, esas que “no debíamos ver” y por lo
tanto nos quedábamos con los ojos bien abiertos; muchos títulos pasaron por esa
barra.
The fly en 1958 |
El rockstar Seth Brundle (científico loco interpretado por Jeff Goldblum), en un deseo por ligar y cambiar al mundo tal cual lo conocemos, explica a la periodista Veronica Quaife (Geena Davis) sobre su gran proyecto: los "Telepods", dos cabinas enormes que pueden trasportar la materia que se coloque en su interior de un lado a otros; el hombre trata de crear el medio de transporte definitivo, y todo empezó un día que se dio cuenta lo mucho que se mareaba al conducir automóvil.
Iniciamos la película en una fiesta con luminarias de la ciencia en la que los protagonistas se encuentran. Brundle invita a Veronica a su laboratorio (que también es su casa); todo con “exclusivos propósitos científicos”; la dama, que no es nueva en el juego, no cae a los brazos del galán, que después de mucho insistir en la relevancia de su invención, logra convencerla. Cuando le muestra el proyecto le pide un objeto personal para usar de ejemplo, la periodista le entrega una de sus medias (tensión sexual) al buen Seth, que sin reparos utiliza en sus telepods. Después de nuevamente suplicarle y ofrecerle la premisa de la historia; el científico convence a Veronica de continuar interactuando con este. Finalmente tras un experimento teletransportando a un babuino, el cual queda volteado de adentro a hacia afuera; Brundle deduce que tiene que aprender más sobre la carne; un lindo guiño de la filmografía de Cronenberg hacia sí mismo. Los tortolos entablan relación, no solo una laboral, también afectiva, “te quiero comer vivo, sabes, por eso las viejitas pellizcan a los bebés, es la carne, te vuelve loco” explica Veronica después del primer encuentro sexual; la poesía cárnica del cineasta canadiense empieza a continuación.
La reciente relación tiene
buena química; esta se dificulta con el constante acoso recibido a Veronica por
su jefe y expareja, Stathis Borans (interpretado por un deslucido John Getz);
un sujeto posesivo, cretino profesional y héroe ocasional. Veronica le dice a
Seth sin darle muchas explicaciones que ira a confrontarlo y deshacerse de él de
una buena vez. Es aquí cuando Brundle, con una absoluta falta de confianza en
su amada, y sintiendo que no tiene nada que perder, decide arrojarse a la máquina
y usarcé a sí mismo como sujeto de prueba después de haber logrado una
teletransportación - en apariencia correcta - con un segundo babuino. Desde que
comienza la historia, puede verse que Brundle es un tipo muy errático,
antisocial y de imprevisible comportamiento; la falta de explicaciones de
Veronica - más allá de que iba a visitar a otro hombre - fue suficiente para Seth,
uno de esos primerizos en el desbordamiento emocional que tanto abundan en la
narrativa. El experimento salió bien, Brundle llegó al otro lado, la experiencia
fue un éxito, bueno, lo pudo haber sido si tan solo no se hubiera
teletransportado con una mosca que nadie vio.
Seth Brundle, empieza una lenta,
angustiosa y traumática transformación, se ha fusionado con el organismo con el
que compartió en los telepods. Los cambios somáticos (en su organismo),
influyen en su mundo psíquico, y viceversa; un cambio interior y exterior que
convierte a este nuevo ser en un estado más animal; incluso el artefacto de
teletransportación es sugerente, pues parece una incubadora. Los efectos
especiales para crear cada faceta de los cambios físicos, estuvieron en manos de
Stephan Dupuis y Chris Walas, quienes tuvieron premio de la academia por este
proyecto; con los aún más convincentes efectos artesanales a la hora de
caracterizar, con un grotesco encanto en su estética. Cada transformación que
va sufriendo Brundle va acompañada con un estado anímico; empieza con
entusiasmo al no saber qué ocurre, luego termina con resignación al entender su
destino y finalmente pierde mucha perspectiva cuando se convierte en una
monstruosidad salvaje con apenas atisbo de su yo humano. Inquietantes y
perturbadoras transformaciones, no es para cualquiera ver a un hombre perdiendo
su quijada como si fuera un órgano vestigial.
La tragedia está firmada
desde la partitura de Howard Shore, que inicia el metraje dejando claro que
alguien terminará con el corazón roto…o con una mano consumida por jugos
digestivos. El final muestra a los personajes sumergidos en patetismo, es
desgarrador, es su gran logro.
No es la última obra
inquietante de Cronenberg, pero si su último trabajo en el género del horror
por así decirlo. El guion le llegó de casualidad cuando quien dirigiría
originalmente tuvo que salirse del proyecto; lo adaptó a sus gustos y lo
convirtió en un clásico de su filmografía. Terminó engendrando una criatura
como en la pesadilla de Veronica, cuando esta de parto, y uno de los doctores
(interpretado por Cronenberg mismo) sostiene una criatura grotesca ¡felicidades
señora! ¡Es una larva!
"Soy
un insecto que soñó que era hombre y le fascinó, pero el sueño terminó y el
insecto ha despertado"
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