El malestar en la cultura y el hijo de mamá
Por Jorge Le Brun
No soy muy asiduo a los
rankings; no me malinterpreten, me parecen excelentes ejercicios para tomar
referentes o para retroalimentarse con el debate que puedan producir; aprendes
bastante de lo que genera un top 10 que genera muchos otros top 10 de la misma
categoría. El problema para mi es tomar esos 10, 20 o 100 mejores como una
especie de sagradas escrituras; hacer eso es reduccionista y arbitrario. Viendo
algunos tops muy buenos e interesantes en algunos blogs o sitios web, te
encuentras con consensos involuntarios que te dan datos valiosos; en este caso,
uso uno de ellos para introducir el tema. Alfred Hitchcock siempre se encuentra
entre los mejores 10 cineastas de todos los tiempos; a veces en primer lugar,
otras en el lugar 10; las grandes mentes piensan igual diría alguien, la
cuestión aquí es que el “maestro del suspenso” es reconocido como tal. Me atrevería
en este arrebato a ponerlo por arriba en muchos aspectos al más conocido hoy,
Stanley Kubrick y a su coetáneo John Ford, como el director más importante que
haya hecho cine estadounidense y quizá el más grande de Hollywood y todo sin
haber ganado nunca el oscar.
El director británico y
admirador del trabajo de Luis Buñuel, nos mostró en 1960 la que sería su
película más popular y, en algunos casos, la única que conocen de su
filmografía, claro, estamos hablando de Psycho.
Película basada en la novela del mismo nombre escrita por Robert Bloch; la historia
fue ofrecida para la financiación de la Paramount, sin embargo, al leerla, éstos abandonan el proyecto y Hitchcock terminó financiándolo de su
bolsa. La película rompió con bastantes tabúes de la época en muchas formas; marcó
una nueva frontera en la representación de la violencia en pantalla y expresó
proféticamente el malestar profundo de un país.
“Un viejo cliché pregona que
la pornografía enseña lo que el erotismo insinúa. El erotismo es en realidad pornografía
tolerada, representaciones de la sexualidad que han logrado desestigmatizarse
y, por lo tanto han sido readoptadas en los medios convencionales” afirma Naief
Yehya en su libro Porno cultura
(2013); un paralelismo a otros géneros por demás escatológico como el suspenso
y el terror; Psycho se convirtió en
el paradigma de su época, narrativa, social y técnicamente: mostro un nivel de
violencia que no era permitido en la época, mató a su protagonista en la mitad
de la cinta, una mujer en la ducha, se mostraron parafilias edípicas, endogamia
y, sobre todo, un escusado en funcionamiento (esto también estaba prohibido en pantalla).
La historia comienza con una
rubia de nombre Marion (Janet Leigh) con un sostén blanco,en una habitación con
su amante durante un momento de pasión. Los dos están dispuestos a escapar de
la insoportable inmundicia rutinaria de sus actuales vidas; Marion roba una
cantidad de 40 mil dólares de su propio trabajo con este propósito; se fuga en
una noche lluviosa con la esperanza de contactar a su hombre para explicarle
los porvenires de su crimen. Termina en un motel en medio de la carretera cuyo
dueño se identifica como Norman Bates (Anthony Perkins). Marion escucha al
individuo hablando con su madre del otro lado de una puerta y nota una turbia
relación; después de interactuar con Norman, toma una ducha en su habitación y
es cuando ocurre la escena más famosa del filme: vemos por cámara subjetiva
a la dama en la ducha, alguien se abalanza, se abre la cortina y la silueta de
una mujer mayor vista a través de los ojos de la víctima la acuchilla sin
parar; Marion cae muerta tirando la cortina y con sangre brotando de su cuerpo;
el protagonismo pasa de ahí en adelante a un asesino que tiene miedos
provocados por el sentimiento de culpabilidad originado en manifestaciones
sexuales de la infancia.
Hitchcock fue un estudioso
de la filosofía psicoanalítica; el sexo y la relación maternal juegan un papel
importante en Psycho. Según Freud, la
cultura y la vida en sociedad causan malestares individuales; mientras la civilización
intenta solidificar y elevar los valores de unidad a través de la cultura,
restringe las pulsiones sexuales y las convierte en culpa. Es decir, todos
aquellos impulsos que tenemos para nuestra propia autosatisfacción; reírnos a
costillas de alguien cada vez tienen más limites por dar un ejemplo; cuando
crecemos y debemos emanciparnos de nuestros padres y sus normas para crear las
nuestras; volar o el miedo a ser libres; podemos ver esto reflejado en los
numerosos pájaros que tiene disecados el taxidermista Norman.
Otro de los elementos en los
que influiría este filme a la posteridad fue la utilización de la
musicalización; Hitchcock era un hombre de hierro en el set y estaba metiendo
sus narices en cada detalle de la producción; en el caso de Psycho, la música de Bernard Herrmann es
el escudero magistral de este trabajo; con una pieza de violín en la escena del
asesinato en la regadera que su director no quería en un principio poner. De la
relación de Htichcock y Hermann se puede decir que tenían exitosas carreras por separado, pero era
en dueto cuando tenían sus mejores triunfos. Durante la escena de la ducha ¿La música
empieza antes o después del ataque? La música tiene tanto peso y personalidad
que pareciera englobar una escena de la cual solo ocupa un tercio. La música de
esta escena como tal pareciera no servir de advertencia, pues el peligro ya es
claro cuando esta empieza. Esto es el suspenso que trata no de ser sorprendidos
por el peligro si no de preverlo y desesperarnos ante un fatídico e inevitable suceso,
del que solo nos damos una idea; la ansiedad de pensar que nos llevaremos un
susto.
No es mi película favorita
del cineasta, tampoco la considero la mejor, aunque en eso último ya veremos
que conceso hay. La explicación de lo sucedido al final parece un poco sobrada,
pero no le quita demasiado, al menos no lo que intentaba quitarle la censura.
Los vientos del sexo y la violencia se llevaron en una pulsión colectiva que sacudió
a los medios en aquellos días y que no se despegó de la cultura popular.
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