27/10/15

The Thin Red Line (Terrence Malick 1998)

La delgada línea roja que divide al frenesí de la contemplación

Por Víctor G. Gándara



El cine antibélico es, por naturaleza, la antítesis del ideal hollywoodense en sus sectores más conservadores. Sobre todo si involucra a la distinguida y heroica U.S. Army. Quizá los ejemplares más valorados - cuyas transgresiones al orgullo promilitarista aludieron con elegancia - sean ese par de portentos esculpidos por el mismísimo Stanley Kubrick; hablo de Paths of Glory (1957) y Full Metal Jacket (1987). Treinta años entre ellas, pero el mensaje es uno: la guerra es el quiebre humano más ruin y excrementicio.

Paths of Glory (sobre la Primera Guerra Mundial) tuvo tentativas de censura, principalmente en Francia, pues la representación del ejército galo hiso mella… incomodó. La obra no se estrenó en Francia sino hasta 1975.

Kirk Douglas en Phats of Glory  (1957)

Full Metal Jacket, si mi ignorancia no mete su cuchara, no tuvo las dificultades de Paths of Glory. Aparte de ser otros tiempos y de que U.S. se presume un país libre, la Guerra de Vietnam es de las pocas (si no la única) que no le enorgullece a su milicia; aunque eso no restó lo «incómodo» al film de Kubrick. Un dedo en la llaga siempre duele.


Platoon (1986)
En la misma línea (de la guerra vietnamita) también pueden citarse The Deer Hunter (1978), Apocalypse Now (1979) y Platoon (1986). Aunque esta última, más allá de erguir el discurso antibélico, echa un vistazo a la crudeza de la guerra y el lado humano (muy humano) de sus partes, sin enaltecer valores patrioteros.

Es verdad que las películas citadas levantaron galardones, y que hoy ocupan puestos en listas de las más grandes; no podría decirse que el gremio las ha marginado. Pero parece haber -al menos en las últimas décadas- mayor inclinación a ejemplares propagandísticos. Quizá el más fresco sea The Hurt Locker (2008), que, a pesar de tener elogios entre la crítica especializada, no fue bien recibida en sectores del público, incluso veteranos de guerra le han desacreditado escenarios que sobrevaloran la realidad vivida en Iraq. Ridley Scott, por su parte, nos trajo un Black Hawk Down (2001), y Steven Spielberg la tan aclamada Saving Private Ryan (1998).

Saving Private Ryan (1998)

Todas éstas, independientemente de su tratamiento político/social, tienen la suficiente calidad cinematográfica para recibir grandes valoraciones; así ensalcen a la patria y su milicia o todo lo contario. Apuesto a la diversidad, incluso a líneas poco convencionales.

Precisamente en 1998 se estrena The Thin Red Line, a cuenta de Terrence Malick, misma que compitiera por el oscar con Saving Private Ryan en 1999 (ambas de la Segunda Guerra Mundial). ¿Cómo podría distinguirse Malick del cine antibélico que le precedió? Echando mano de su estilo, «sencillamente». En The Thin Red Line los escenarios (bellos de cualquier manera) pasan a segundo plano, siendo las cabecillas reflexivas de sus personajes el espíritu de la obra. Si otras antimilitares dibujaron la crudeza de la guerra, ésta le da paso a las contemplaciones de los involucrados. Para ello, Malick dio pie a su recurrente voz en off, y dirige a una lujosa gama de actores: Sean Penn, Woody Harrelson, Nick Nolte, Johnny Depp, Adrien Brody, John Reilly, John Travolta, James Caviezel, hasta un efímero George Clooney, entre otros. 

La guerra, asumo, da poco espacio a la meditación; y es el frenesí, el arrebato, lo que impulsa al hombre en el momento más crítico de la batalla. ¿Pero de verdad calla la mente? ¿Qué piensa un hombre en guerra? ¿Cuáles son sus miedos y preocupaciones? ¿Cuáles son sus memorias? ¿A qué conclusiones le llevan las ineludibles circunstancias que le rodean? Y es que en The Thin Red Line todos tienen algo que expresar; y todos conciben diferente. Un Sargento Welsh (Penn) pesimista, o el optimismo del Soldado Witt (Caviezel), cuyos ojos expresamente conmovidos, inmortalizan a su personaje.

James Caviezel
La contemplación, definida como «meditación profunda», entiéndase aquí no de manera religiosa, sino ontológica. Eso es The Thin Red Line, una meditación profunda que escudriña en las mentes más inquietas. Y, aunque muchos podrán catalogarla de lenta, no dejará indiferentes a quienes se identifiquen y logren apreciar sus elementos. Poesía visual, actuaciones, y la siempre excelsa banda sonora de Hans Zimmer. Más 7 nominaciones al oscar que no dieron fruto, pero tampoco necesitó. 

Uno de los cuadros del film

Malick llevaba veinte años retirado del cine cuando filmó The Thin Red Line. Para muchos es su obra más grande. Para mí, la mejor película bélica que vi.  



 

@VicGGan

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