23/7/16

La Sangre Brota (Pablo Fendrik 2008)

¡Maldito estrés de la capital!

Por Jorge Le Brun


Mucho tiempo sin escribir (más de un mes) y mucho que decir.

Fue en mi época de universitario y participando en su cineclub cuando conocí la película a la que dedico este escrito. Película que llegó a nosotros vía préstamo con una lista de filmes latinoamericanos, aunque de las que vi en aquel entonces fue La sangre brota la que más eco hace en mis memorias; Pablo Fendrik dio vida a una historia que más allá de la angustia de uno de sus protagonistas ante su situación, es sobre su angustia en Buenos Aires, la angustia de la vida en una capital. Esta obra fue estrenada en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes.

La segunda película de la filmografía de su director y la segunda en la que se adentra al tópico urbano (algo que corto de tajo con su western gaucho amazónico, El ardor 2014). Filme con una fuerte presencia de las calles, el tráfico, los transeúntes de la ciudad y el mundo del juego con las respectivas desventuras que pueden tener los personajes en ese contexto; una historia contada a través de un reparto coral cuyos personajes reflejan los demonios que guarda el ser humano.



El guión (escrito por Fendrick) cuenta varios relatos que se entrelazan, girando todo en torno a una familia rota en donde el hijo primogénito se encuentra en los Estados Unidos y se convierte en una ausencia protagónica: el taxista y jugador de bridge, Arturo (Arturo Goetz), tiene que conseguir dinero para ayudar a su hijo mayor a regresar y solo tiene 24 horas, su controladora esposa Irene (Stella Galazzi), jugadora también, se prepara para el torneo de cartas, posee un ahorro de dinero que cuida celosamente es indolente ante su marido (solo le exige estar a tiempo para barajar los naipes) y las necesidades de Ramiro, y finalmente Leandro (Nahuel Pérez Biscayart), el hijo menor que aún vive con ellos, un petulante yonkie nini adolescente que busca escapar de su vida cueste lo que cueste y que pasa sus días en completo vacío; a los tres solo los vincula la caja con los ahorros de dinero.



La historia posee un trasfondo sórdido potenciado por la velocidad que le imprime esa cuenta regresiva con cámara en mano, en la que todos los personajes están atrapados. El personaje de Arturo es tranquilo (más bien intenta serlo), un hombre que busca escapar de su pasado ayudando al ausente Ramiro; Leandro busca lo mismo reuniéndose con ese hermano en Estados Unidos; el padre necesita el dinero para ayudar a su hijo mayor a regresar mientras el hijo menor lo busca para reunirse con el mismo hermano sin saber las intenciones de este; los dos buscan escapar de lo que son y es evidente que un choque se avecina, mientras Irene tiene sus metas puestas tan solo en el juego y el torneo que se avecina. La travesía del padre y del hijo se realiza en sus respectivos contextos: Arturo lidia con la forma de conseguir el dinero (y su violento interior) antes de que acabe el día mientras transporta en varias ocasiones al misterioso McEnroe (Guillermo Arengo), un peculiar personaje con facha de empresario y presumible ludopatía; Leandro por su parte pasa los días en la completa nadería con Romina (Guadalupe Docampo), su compañera no oficial, cuando se topa (y se prenda) con la silenciosa Vanesa (Ailín Salas) quien lo lleva a una situación en la que La sangre brota

La violencia está presente durante todo el metraje, Arturo la trata de domar con un CD, Leandro la sublima en un momento de pasión, pero es la violencia de la ciudad la que está presente en cada cuadro, con sus personajes, sus mares de gente y sus ruidos durante el transcurso del día, mientras al llegar el anochecer los demonios interiores son los que salen a pasear. Fendrick crea una particular estética donde la violencia, encarnada en la estresante rutina de una gran ciudad – en este caso Buenos Aires – se vuelven (si no el tópico central) es el elemento de más peso. 




2/5/16

Burn After Reading (Joel e Ethan Coen 2008)

Farsa sexual con agentes de la CIA

Por Jorge Le Brun


El cine pareciera ser cosa de hermanos; la patente de lo dicho la tienen por supuesto Auguste y Louis Lumière; ha habido familias con descendientes o hermanos cineastas pero es de notar que como los creadores del cinematógrafo, algunos decidieron estar detrás de cámara como un ser bicéfalo. De entre los destacables están los Taviani (Cesare deve morire 2012) y los Dardenne (Rosetta 1999), entre los reconocidos estan los Wachowski (Cloud Atlas 2012) y los Russo (Captain America: The Winter Soldier 2012 y Civil War 2016), entre los infames están los Wayans (Scary Movie 2000); hay más hermandades, pero al día de hoy el trabajo más notable sigue siendo el de los Coen.

Comedias, cine negro o comedias negras; aunque es común que Joel aparezca como director e Ethan como productor, lo cierto es que ambos colaboran en la escritura, producción y dirección. Su cine suele caracterizarse por reflejar el “carácter” de la región de los hechos, personajes con rasgos notorios (hasta los que no juegan ningún papel importante); violencia, fuerzas imparables y la avaricia también son temas recurrentes. Ya que su nueva película es una comedia (Hail, Caesar! 2016), es apropiado que hable aquí de Burn after Reading (2008), una capirotada de géneros y radiografía de animales comunes de la alta burguesía norteamericana con sabor a “thriller de espías”.

Los hermanos ya habían empezado a escribir el guion simultáneamente al de No country for old men (2007); se trata de su primer guion original desde 2001. Ya tenían personajes pensados para George Clooney, Brad Pitt, John Malkovich y su actriz fetiche, Frances McDormand; la fotografía corrió a manos del ya entonces bien reconocido Emmanuel Lubezki, quien de forma más discreta hizo otro gran trabajo, aunque sin oportunidad de lucirse dada la naturaleza de la obra. Película que como dijo un crítico "Es, sencillamente, una deliciosa y perfectamente engrasada comedia idiota. Que no para idiotas” pues se trata de un reparto coral cargado de personajes caricaturescos.



La apuesta empieza con Osborne Cox (Malkovich), un analista de bajo nivel en la CIA recientemente despedido por sus problemas de alcoholismo; regresa a su casa en Georgetown para entregarse a la redacción de sus memorias – en la espera de crear un éxito - y por supuesto, a la bebida. Su estirada esposa (Tilda Swinton) no toma bien la noticia y por consejo de su abogado verifica todas las cuentas bancarias de su marido y hace una copia que guarda en un CD. El problema empieza cuando en el CD colocó accidentalmente las memorias escritas por Osborne (una perorata sin sentido más laberíntica que la casa de Asterión). El disco se pierde y llega a manos de  Linda (McDormand) y Chad (Pitt), dos empleados de Hardbodies Fitness Centers (un gimnasio), que piensan que lo que encuentran es “una mina de oro” y exigen una recompensa para lo que están convencidos que son “datos sensibles de las altas esferas del gobierno”. Todo esto ocurre mientras Harry Pfarrer (Clooney) un agente federal casado, está teniendo múltiples infidelidades y por casualidad una de ellas es con la esposa de Osborne y la otra con Linda. Los acontecimientos se precipitan en una serie de hilarantes catástrofes con irreverentes resultados; la misma CIA intente seguir la pista a lo que sucede y queda enredada.



Los personajes resultan extraños pero verosímiles; tipos “normales” en cosas rutinarias. Entre las interpretaciones (un fuerte en el cine de los Coen) Swinton tiene la primer mención por su papel como Katie, la esposa del ex-analista de la CIA; una fría, arrogante y abusiva mujer que solo estaba esperando los desvaríos de su marido para divorciarse mientras mantenía una relación infiel con Harry. La interpretación de Malkovich como Osborne es la de un energúmeno, alcohólico, castrado por su esposa y con grandes delirios sobre la importancia de su trabajo. Linda y Chad son un par de idiotas sin igual: el personaje de Frances McDormand es una mujer incapaz de concentrar en una sola cosa que no sea pagarse sus cirugías plásticas y dejar de ser una señora de la mediana edad; ni siquiera se da cuenta que su jefe (interpretado por Richard Jenkins) está enamorado de ella y le perdona que ni del trabajo se responsabilice y el personaje de Pitt es un idiota sin remedio con una gran sonrisa. George Clooney, David Rasche (como el superior de Osborne Cox, Palmer Smith) y demás pintorescos personajes son crédulos hasta la medula y con creciente paranoia; quizá solo la embajada rusa tiene sentido común al entender que la explicación más simple suele ser la correcta.

Carter Burwell es el encargado de la banda sonora, una menos silenciosa de lo habitual en la filmografía de los hermanos cineastas. El ritmo de la historia empieza pausado (muchos dirán insoportable en los primeros 30 minutos) pero termina de forma frenética donde nadie queda bien parado en ese ambicioso reparto. Burn after reading es una comedia inusual para el cine comercial pero con el sello identificable de los Coen; una película con cuya música muestra un thriller policíaco pero en su conjunto intenta reírse del género. 







7/4/16

Rope (Alfred Hitchcock 1948)

Teatro de Dorian Gray “soplanucas”

Por Jorge Le Brun


“Claro. Nunca emprendo nada si no estoy seguro de que va a salir perfectamente. Siempre he procurado fomentar en mí el talento artístico. El crimen también puede ser un arte. La pasión de matar puede satisfacerte tanto como la pasión de crear. Philip ¿te das cuenta de que lo hemos hecho exactamente como lo habíamos planeado? Ni siquiera hemos cometido el más mínimo error. Ha sido perfecto”.
- John Dall como Brandon

Los aportes técnicos de la obra de Hitchcock son tan influyentes al día de hoy que forman parte del conocimiento acumulado de toda producción; el regordete director dejó su huella bien marcada entre los grandes del cine. Si bien, era un preciosista del montaje y de los trucos con la cámara, no tuvo impedimentos en contradecirse cuando rodó Rope (1948); un experimento que fue perdido por lo años junto a Rear window (1954), The trouble with Harry (1955), The man who knew too much (1955) y Vertigo (1958), cuando el director retuvo los derechos de esos trabajos y que solo cuando su hija (quien los heredó) se dio cuenta que eran suyos en 1984 fueron redescubiertas para el público. Hitchcock no era muy fan de esta película, que pese a ello, se le pueden achacar ser la antítesis de la Ventana indiscreta: James Stewart con personajes opuestos, un asesinato aparente en una y uno evidente en la otra, ambas ocurridas en un solo espacio aunque una con un montaje elaborado y la otra es el trabajo icono del plano secuencia.

Rope es también su primera película a color, la primera producida por él mismo y la primera colaboración con James Stewart. El objetivo del director era rodar toda la cinta en una sola toma y unir más que nunca las barreras entre el teatro y el cine. Las limitaciones tecnológicas de la época le impidieron ser el primero en lograr la tarea (esta se logró hasta 2002 con El arca rusa); tuvo que hacer nueve cortes y la mayoría de estos fueron acercando la cámara a la espalda de personajes para cerrar la toma con el negro. La historia está inspirada en la obra de teatro Rope (está pasó por Broadway) de Patrick Hamilton, trabajo que trata sobre una pareja de homosexuales que asesinan a un compañero de estudios para expresar su “superioridad intelectual”, y también en el caso real de Nathan Leopold y Richard Loeb, dos ricachones de Chicago que en 1924 asesinaron a un niño de 14 años al pretender llevar a cabo “el crimen perfecto”.




La historia empieza con Brandon (John Dall) y Phillip (Farley Granger) - dos jóvenes y exitosos universitarios – estrangulando con una Soga (1948) a su “buen amigos” David (Dick Hogan). Al asesinarlo y ocultar el cadáver en un enorme baúl se disponen a tener una cena en la que están invitados el padre y la tía de David (Cedric Hardwicke y Constance Collier), su novia Janet (Joan Chandler), el exnovio de esta (Douglas Dick) quien fuera también un amigo del difunto anónimo, y finalmente, Rupert Cadell (Stewart), quien fuera profesor de los jóvenes y quien tiene una particular forma de pensar sobre el asesinato. La cena es un divertimento (más para Brandon que para el nervioso Phillip) para probar su superioridad y su derecho a matar o para obtener la aprobación del cínico Rupert si logra descubrirlos. 

Lo importante del filme es el juego que plantea, poniéndonos desde la perspectiva de estos asesinos y como evitan ser descubiertos mientras comen en una “mesa improvisada” en donde el mantel, las velas, los platillos y el vino son colocados encima del baúl que contiene el cadáver; siempre con la “terrible amenaza” de que sean descubiertos. La historia pretende una narrativa en tiempo real (bastante manipulada por Hitchcock) con un asesinato, una cena posterior y el descubrimiento del crimen, en tan solo 77 minutos.



Entre los intérpretes por supuesto están el impulsivo Philip y el esteticista Brandon, la pareja de snobs asesinos; el primero incapaz de hacer frente al asesinato que cometió por estar demasiado nervioso con los invitados, el segundo regodeándose en su crapulencia y pensándose como un ser superior con el derecho a quitar vidas a los no merecedores, siempre gustoso de jugar con las personas a su alrededor. Los dos personajes a la expectativa de su antiguo tutor, Rupert: Phillip teniéndole pavor por su constante insidia y Brandon jugando al juego del gato y el ratón, esperando a que los descubra y queriendo deseando saber si aprobaría sus acciones; el filosófico profesor después de todo, con sus ideas inspiradas en el “super-hombre” nietzscheano y en la obra de Thomas de Quincey (Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes) siembra sin querer las semillas que lleva a estos jóvenes a cometer su empresa. Esta relación es comparable a la que tienen Dorian Gray con Lord Henry Wotton en la obra de Oscar Wilde. Por otro lado es el personaje de Stewart también el más enigmático, sin importar que crea que un mundo mejor vendría con gente con derecho a asesinar, es el único que trata de forma particular a la ama de casa, la señora Wilson (Edith Evanson), como una igual (con la que se casaría solo por la comida) a diferencia de los demás, que aunque con respeto, la siguen viendo como una criada, denotando que la superioridad que Rupert afirma para su “super-hombre” no es la de clases que entendió Brandon con su inseparable Phillip.




La homosexualidad - tema tabú en el Estados Unidos de aquellos años - fue colocada con sutileza, al igual que la sexualidad; una escena con referencia a esto último puede ser cuando Brandon (después del asesinato) acaricia con infundía el cuello de una botella de champagne. Según los críticos e historiadores del cine es también una escena homoerótica el asesinato en si, en donde se ve la euforia del orgasmo y decaimiento posterior. El personaje de Rupert por supuesto era originalmente homosexual, sin embargo el "héroe americano" John Stewart no podía cometer “el pecado” de ser un “muerdealmohadas” en los 40s ¡Él jamás! ¡Macho forever!

Película que sin duda asemeja a la puesta en escena de alguna obra de teatro, con su melodrama y personajes lineales. Donde los dandis viven una tensa jornada deseando no ser descubiertos por un crimen cometido solo para experimentar. Curioso que para el director de la cinta se trata de un “experimento fallido”; muchos al día de hoy notan lo mucho que la subestimó (sobre todo los que saben), después de todo, ni hay acuerdo, ni hay crimen perfecto. 



5/4/16

La Science Des Rêves (Michael Gondry, 2006)

Soñémonos mutuamente

Por Bárbara Huipe

¿Es acaso la vida tan bizarra como un sueño o son los sueños tan vívidos como la propia realidad? Parece ser la interrogante de la que partió Gondry con La ciencia del sueño.


Con el indiscutible estilo propio que ha caracterizado al francés desde su trabajo en la dirección de videos y comerciales hasta sus obras para la pantalla grande; esta película, protagonizada por Gael García y la franco-inglesa Charlotte Gainsbourg, cuenta una historia sencilla y cercana.

Gondry reinó en los años 90 con su producción de videos musicales entre los cuales se cuentan varios trabajos con el grupo Oui Oui, Björk, Radiohead, Chemical Brothers, Kylie Minogue, Daft Punk e, incluso, Paul McCarney (ya en los “dosmiles”), entre una muy extensa lista; además de comerciales para grandes compañías que han alcanzado reconocimiento internacional.

La obra de Gondry está llena de efectos visuales logrados con juego de cámaras, exposición múltiple, uso de la perspectiva; así como un toque muy particular con los escenarios construidos artesanalmente (muchos años antes de que esto fuese una moda) lo que los hace, al mismo tiempo, delicados y atemporales.

Y es precisamente este último rasgo el que más destaca en La ciencia del sueño, pues bien se pudiese pensar que es una película de la década de los años 90 o anterior, será tal vez que tanto su historia como sus personajes resultan universales: la eterna lucha por entender el universo interno del ser que se ama.

El genio de Gondry ya había alcanzado relevancia en el mundo cinematográfico dos años antes con la magistral Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004), cinta en la que también se desarrolla una historia romántica interactuando con la turbulenta mente del protagonista, en ésta el francés colaboró con el guionista Charlie Kaufman.

La ciencia del sueño es, sin duda, una propuesta muy interesante, cargada de detalles que sólo tras mirar la película varias veces se van desvelando y cobran sentido dentro del denso mar de alusiones; entre escenarios de cartón y efectos de stop motion con excelentes interpretaciones y un soundtrack imprescindible para tu reproductor.

García es Stéphane Miroux, francomexicano de padres divorciados, tímido y “despatolado”, es difícil discernir dónde termina el actor y empieza el personaje. Por su parte, Gainsbourg construye a Stéphanie, la vecina introspectiva  de su homónimo masculino, un personaje muy de la paleta de colores de la actriz.

La relación entre éstos se ve mediada por la peculiar forma en la que Stéphane vive entre su mundo onírico y un empleo que se empeña en matar su espíritu. Los vecinos se encuentran en una de esas complicadas relaciones donde la falta de amor no es el problema, sino hacer coincidir sus afectos.

Son comunes los dramas de amor mal correspondido, pero este largometraje presenta una perspectiva diferente: la lucha de Stéphane por recobrar el interés de Stéphanie que él en algún momento no correspondió y que, a lo largo de la historia, se le vuelve sustantivo. ¿Alguien se identifica?

Evitando clichés, la película presenta el choque con el que el mexicano se topa al regresar a Francia, principalmente en su trabajo donde el comportamiento de sus compañeros se transfigura en sueños diurnos y noches agotadoras.

Sin ser ambiciosa es una obra que resulta entrañable e, inevitablemente, invita a hacer algunas reflexiones sobre cómo nos relacionamos con los demás, sobre todo con aquellos a quienes más apreciamos. Me hace preguntarme si hay personas a las que estamos destinados a querer pero sólo es posible tener manifestaciones de su amor descendiendo en los niveles de la inconsciencia.











2/4/16

El Lado Oscuro Del Corazón (Eliseo Subiela 1992)


Que sepan volar

Por Víctor Gutiérrez




"Me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo. Un cutis de durazno, o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportar una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias. Pero eso sí… y en esto soy ¡irreductible!… no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar pierden el tiempo conmigo". 

Primer fragmento de Espantapájaros, poema de Oliverio Girondo y preludio de El lado oscuro del corazón (1992), un drama argentino que escudriña en los vaivenes del amante irresoluto. O la historia de Oliverio, un poeta que -tal como su homónimo citado-, no le perdona a una mujer que no sepa volar.


Mientras visualizaba El lado oscuro del corazón no dejé de recordar esa novela (o anti-novela, dicen algunos) tan singular de Cortázar llamada Rayuela. Y es que el film tiene esa atmósfera bohemia y una prosa que aplaudir; las contemplaciones tácitas de su protagonista o esas caminatas en las calles de Montevideo y el Buenos Aires noventero. La ciudad de la furia. Estamos pues ante una obra surrealista que capta la atención de todo aquel aficionado a la poesía, pero también a esos incautos que, como yo, son ignorantes en la materia.

La historia, dirigida por Eliseo Subiela, describe los días de Oliverio (Darío Grandinetti), poeta lúgubre que, amén de vender quizá unos librillos, se gana algunos pesos recitándole poemas a los transeúntes, o cualquier desprevenido. Y va por ahí cortejando mujeres que luego desechará con sólo presionar un botón alevoso en su buró. Hasta que, en un tugurio maltrecho de Montevideo, conoce a Ana (Sandra Ballesteros), la prostituta de la que se enamora.

Oliverio (Dario Grandinetti)

Ana (Sandra Ballesteros)

A lo largo de la película veremos al protagonista recitar poemas de Benedetti, Juan Gelman y Oliverio Girondo, rompiendo así los esquemas del guión convencional donde los diálogos son (más allá su temática) cotidianos. Aquí es poesía y nada más. Hasta las frases más sobrias lo son.

Otras cosas tan inverosímiles como Oliverio conversando con la muerte, o con sus múltiples personalidades; ésas que le atormentan. A la vez que la aparición de personajes entrañables, pintorescos: un escultor rebelde de obras sexuales que transgreden a su época, el hombre extranjero… el señor de los asados que da comida a Oliverio y los dos primeros a cambio de sus poemas. La puta de ojos claros, la ciega, la del bigote. O el mismísimo Benedetti recitando poemas alemanes en aquella taberna Uruguaya; ensalzando así los confines del cameo. Ah, y olvidaba decir, el trencito que nuestro romántico, patán y taciturno suele jugar en la soledad de su apartamento.

Oliverio y el trenecito

Oliverio y La Muerte (Nacha Guevara)

Ya deberías saber que el amor es una trampa que se tiende al hombre para perpetuar la especie... un mecanismoes un mecanismo… le dice la muerte a Oliverio, esbozando uno de los tantos debates que tienen a través del metraje. En El lado oscuro del corazón ningún personaje sobra, todos tienen algo que decir aunque no sea con palabras. Todas las piezas encajan con lírica enardecida. Postales. Metáforas. Poesía. Boleros lastimosos, arrabaleros… el Algo contigo del trío Los Panchos. 

A El lado oscuro del corazón hay que verla con degustación poética y ganas de tango, no de un romance cómico dominical. Estar dispuesto a tragarse todos sus versos.  



No puedo decir más de esta película, sólo vela si amas la poesía. Y si no la amas, si no eres poeta ni lector, arriésgate como hice yo. No suelo adentrarme en cuestiones técnicas pues sé poco y me limito a las virtudes que un simple aficionado como yo percibe. Y sólo escribo sobre películas que me gustan. ¿Hace falta decir que ésta tiene un lugar en la lista?


Puedes verla en Youtube:







28/3/16

No (Pablo Larraín 2012)

Las viejas nuevas tecnologías al servicio de cínicos publicistas

Por Jorge Le Brun


La persuasión es un propósito; consciente o inconsciente busca formar, reforzar, cambiar actitudes, percepciones o conductas de alguna o varias personas, todo efectuado por otro individuo o grupo, aunque, si nos ponemos a pensarlo, en realidad toda comunicación es implícitamente un método de persuasión, pues está siempre crea un efecto en su receptor; quizá sea mejor decir que la persuasión tiene implícita una planificación y resultados conductuales que rendir, por darle alguna distinción de la pura comunicación, y hasta de eso tengo mis dudas.

Fue Cicerón (65 A.C.) quién dijo “la comunicación política consistía entonces en la representación simbólica de la política”, y antes Aristóteles nos había hablado sobre el hombre como “animal político”; no es de extrañar que suene risible que alguien en ese ambiente se nombre como un “no político” cuando lo es totalmente en el momento de ejercer. Si bien las cosas son así, el campo práctico de la comunicación política no es exclusivo del estudio del proceso de comunicación en sí; al día de hoy el segundo sistema en que esta se articula pasa por la mercadotecnia y la publicidad, disciplinas que si bien cubren un aspecto en la comunicación gubernamental, han tomado casi en su totalidad a la comunicación de las campañas electorales.

Se puede entender la formación de estas dicotomías con solo ver la evolución de la comunicación en los países latinoamericanos de los 80s a la actualidad. El cambio gradual se fue dando en los gobiernos con modelo propagandístico cuyo régimen se caracterizaba por un partido único al modelo de mercadotecnia utilizada en Estados Unidos principalmente, que está basado en métodos de persuasión. Esta transformación fue un acelere de la globalización y las relaciones diplomáticas a las que se vieron inmiscuidas estas naciones. Fue este cambio de contexto el que forzó al gobernante Augusto Pinochet a competir contra un nuevo sistema de comunicación en el plebiscito de 1988 y también a reconocer los resultados. Por primera vez en Chile, se realizaron franjas televisivas para ambas posiciones políticas; la del régimen militar y la de los partidos de oposición. A un mes del referéndum, el lunes 5 de septiembre a las 23:00, aparecieron los primeros spots de 15 minutos cada uno; la franja televisiva fue emitida hasta el 30 de septiembre. Fue en manos del director Pablo Larraín que el No tomado en aquella ocasión llega a “la pantalla grande”.




Larraín es sin duda uno de los directores más interesantes en Latinoamérica, con No el chileno termina su “trilogía sobre el pasado chileno” que tuvo antes a Tony Manero (2008) y Post mortem (2010). Este trabajo, que ganó el premio de la academia a mejor película extranjera no solo está basado en el contexto de lo sucedido en 1988; tiene como principal inspiración una obra del escritor Antonio Skármeta; se trata de la pieza teatral “Plebiscito”, un monologo teatral que no ha sido escenificado. Skármeta, es un apasionado del séptimo arte y ha escrito varios guiones en consiguiente, pero son las adaptaciones de su obra las que han tenido un mayor impacto, siendo conocido como el hombre que imaginó una amistad cursi entre Pablo Neruda y su cartero que fue adaptada por Michael Radford (Il Postino 1994) y por supuesto, por No (2012) negar su trabajo a Pablo Larraín y que convirtió en guion Pedro Peirano.



El plebiscito de 1988 fue un referéndum que se llevó a cabo para decidir si Augusto Pinochet permanecería ocho años más en el poder o se convocaría a elecciones cuando este terminara su periodo de mandato. El comité de partidos que representaba la opción del No empieza su estrategia, y el político José Tomás Urrutia (Luis Gnecco) busca la consulta del publicista René Saavedra (Gael García). Al revisar el material y hacer nota de sus debilidades, Saavedra propone una campaña distinta a la denuncia, un enfoque en donde el sentimiento “abstracto” de la alegría sería la bandera arcoíris ( y artistas nacionales e internacionales) que ayudaría a que la gente anestesiara sus miedos a llevar a cabo la votación en contra de un brutal régimen militar y sobre todo el posible sin sentido de esa votación al no tener garantías de que tanta libertad tendrían, después de todo “nada es más alegre que la alegría”. La propaganda del régimen se está viendo derrotada por los corrosivos jingles publicitarios; en los spots lo más importante es la parte auditiva para lograr un mayor grado de proxemia, es decir, la identificación de las personas con “objeto” determinado, en este caso, la apropiación de un mensaje. Mientras todo esto sucede, “Lucho” Guzmán, el jefe de la agencia publicitaria donde trabaja René, sube escalones y toma la dirección de la campaña del Sí.



























La película aun tratando de un contexto político, no utiliza como protagonistas a los estadistas, centrándose en otros personajes, como la interpretado del mexicano Gael García, como un ingenioso y cínico publicista divorciado que aun teniendo en su pasado vínculos con la oposición, no hubiera imaginar su destino en la política, teniendo como desafío no solo la campaña del Sí, también el escepticismo y rechazo de muchos de los integrantes de la franja del No a sus métodos, y por supuesto, la intimidación del régimen de la dictadura militar. Destaca entre otros el personaje de “Lucho”, interpretado por Alfredo Castro, un frío y pragmático publicista, rival, socio, enemigo, competidor, amigo y protector de René que trabaja a favor de que Pinochet durara unos años más en el poder. El cinismo de René y Lucho es incuestionable, los dos atraído con este desafío de mercadeo, no por una lucha épica, sino solo curricular; el artífice del No tampoco cree en ningún momento que va a llegar la alegría que tanto predica su slogan y su posible victoria. El filme es un relato de ficción que se reúne con el material de archivo.

El U-matic creado en 1969 es el primer formato de videocasete que se comercializó; fue durante varios años el formato favorito de la televisión noticiosa, y aunque cambiado en los 80s en es Estados Unidos, tuvo algunos años más de vida en el resto del continente. El trabajo se filmó en el soporte de video U-matic 3/4 de ancho y se combinó con escenas que realmente se filmaron en la televisión chilena de la época, como los spots y noticieros, de forma que se consiguió una sola textura y colores bastante vintage; un juego de cámaras con participación de actores reales y con un toque del transcurrir del tiempo, uno que como los buenos vinos ha mejorado con el paso de los años. El trabajo de sonido es falto de consistencia, pero es interesante que los personajes pareciera que están en permanente susurro.

En No la democracia es vendida como un producto, las figuras políticas de la oposición buscaban utilizar su franja para recordar las atrocidades, asesinatos y desapariciones; eso no era suficiente, la frivolidad en cambio sí lo era. Película colorida por su revolucionaria forma de relatarse a sí misma, con un personaje y un tratamiento apolítico de un suceso político. Saavedra es un símbolo del hombre de las democracias modernas, un hombre ambiguo, buscador de la trivialidad, éxito profesional y lleno de contradicciones. Larraín plantea ciertas preguntas ¿Hasta qué punto influyen los medios a determinado segmento? ¿El fin justifica a esos medios y la frivolización de la campaña? Todo esto en un contexto moderno en donde un anuncio que llame a la participación ciudadana ya no tiene distinción con un anuncio de tu refresco favorito. 


22/3/16

Harsh Times (David Ayer 2005)

Real slim shady ex-marine

Por Jorge Le Brun


Hablando de la euforia por el cine de superhéroes de cómic que no ha hecho más que empezar, llama la atención que sea lanzada a adaptarse  una de las tramas menos conocidas pero en crecimiento en el mundo de las historietas, hablo precisamente de Suicide Squad (2016); historia que relata las misiones especiales a las que son inmiscuidos los enemigos de los superhéroes en la búsqueda de una amnistía gubernamental (Estados Unidos como siempre la policía del mundo y embajada intergaláctico). La cuestión es que el director del dichoso filme no es ni Bryan Singer, ni Zack Snyder; se trata de un personaje que tiene su historial en otro género; se trata de David Ayer.

David Ayer es un artista del género policiaco; toda su obra está en esa vertiente. Su trayectoria está principalmente relacionada con la redacción de guiones en donde están sus trabajos más conocidos, como lo son Training days (Antoine Fuqua 2001), Dark Blue (Ron Shelton 2002), S.W.A.T. (Clark Johnson 2003), entre otros. Sus historias (tanto como guionista como director) giran en torno al lado oscuro de la zona de South Central en la ciudad de Los Angeles, y en su experiencia como infante de marina; ambientes oscuros y un retrato criminal de distintos grupos étnicos, en donde el chicano o criminal latino es indispensable para describir la fauna, al igual que el militar y el policía corrupto que son otras constantes de su trabajo. Fue hasta 2005 que volvió a reciclar sus obsesiones pero para su primer largometraje como director, Harsh Time, historia en la que Ayer prescinde del habitual contraste héroe/villano (policía/criminal) y se centra en la lucha de dos amigos por encauzar sus vidas después de un pasado turbulento.


Una particular visión de los bajos fondos de Los Angeles que puede sorprender por su aparente simplicidad; un guion escrito por Ayer antes de cumplir 25 años de edad, cuando tenía aún frescas sus memorias de los barrios marginales de la ciudad. En sus palabras “Estas calles han destrozado muchos corazones y muchas esperanzas, y se han cobrado muchas vidas. No obstante, a través de sus vivencias, otros se han hecho más fuertes. ¿Qué es lo que les hace diferentes? Suelen ser sus decisiones”. Ayer tuvo la decisión de escribir, producir y dirigir su película al día de hoy (mal chiste), el público tomó la decisión de verla, todos tomaron la decisión de aplaudir la interpretación de Christian Bale, los de rotten tomatoes decidieron calificarla con un 48% de comentarios positivos y en IMDb la califican con 7/10; las decisiones hacen la diferencia entre sus facetas, de este dramático y arrítmico trabajo.

La historia empieza con dos amigos del barrio, el vago Mike Alonzo (Freddy Rodriguez) quien vive con su novia, Sylvia (Eva Longoria) y el problemático Jim Davis (Christian Bale) un ex soldado de la guerra de Irak; los dos pasan todo el día en la ardua tarea de no hacer nada, meterse en problemas o la titánica tarea de drogarse o emborracharse, esto cambia cuando Jim hace un examen para entrar a la policía, con la esperanza de ser uno muy corrupto y también de poder traer a su lado a su novia mexicana. El autentico problema es que mientras están en sus andadas los síntomas del trastorno de estrés postraumático de Jim van deteriorando su cordura, convirtiéndolo en una bomba de tiempo.

La construcción de los personajes es de los elementos fuertes, Bale como Jim es una especie de Eminem de regreso de la guerra con un carácter asido y violento, maniático y con facilidad para usar armas, golpear personas y drogarse constantemente, cuya mente se va deteriorando por la guerra que trae consigo desde su pasado militar. Por el contrario su complemento, Mike (Rodriguez) es un individuo que no fue consumido por su duro contexto y con mucho potencial para salir adelante si no fuera tan holgazán e influenciable a las conductas antisociales de Jim. Sylvia es el personaje que choca con el mundo de los protagonistas, por un lado es la que detesta y desconfía de Jim mientras mantiene a Mike económicamente y constantemente lo hostiga para que consiga trabajo y deje sus malos hábitos. El resto de los personajes solo armonizan la andada de los protagonistas y es de notar Marta (Tammy Trull), la inocente mujer que espera al inestable ex – militar del lado sur de la frontera.























La música del filme fue responsabilidad del neozelandés Graeme Revell que hizo una selección de la música acorde al contexto del barrio y sus habitantes latinos, donde el hip hop de Delinquent habits y Los tigres del norte comparten vivencias. El director recurre al ya deteriorado tópico de montaje rápido, efectos de zoom y “sonido extraños” en su pretensión de crear tensión en los momentos más altos. Sin duda en los tiempos muertos surgen fortalezas; lo mejor del filme está en el lucimiento de sus personajes. También se ve nuevamente el intento de potenciar el contraste entre la vida de los chicanos y la de los hombres blancos; confrontación que va más allá de lo visual, al incluirse en su banda sonora el soul pegadizo de Four tops contra los narcocorridos.


























Para algunos una película irregular, para otros una historia atípica para una policiaca, en donde los pensamientos y sentimientos de los personajes se revuelven de forma homogénea con la violencia y corrupción de las calles de L.A. Harsh time es un reflejo del mundo en el que se sumergía, con una fresca y angustiante guerra en medio oriente, una idea patética sobre la sociedad mexicana y un multiculturalismo aún sin terminar debido a las paranoias de las distintas partes y los prejuicios que llevan consigo; algo que ni la amistad de 2 amigos puede resolver.