More, o la ausencia de Syd Barrett
Por Víctor G. Gándara
More no sólo es el primer
soundtrack de Pink Floyd, también es el primer álbum en el que el desaparecido
Syd Barrett -fundador de la banda y figura de inspiración en éxitos posteriores-
no participa.
Salvo
la colaboración del resto en alguna pieza, Barrett es autor de los temas del
primer álbum: The piper at the gates of
down. Su adicción a psicotrópicos (en especial LSD) lo llevó a un estado
deplorable que lo marginó de la banda y, tan pronto ésta tuvo éxito, la carrera
del genio se interrumpió. De ser el mayor partícipe en el álbum debut, al
segundo dio poca aportación. En el tercero (More),
su ausencia ya era realidad. Aunque intentó seguir en solitario,
terminó retirándose a una vida sedentaria, entregándose poco a poco a la
locura.
Se
cuenta que, mientras la banda grababa el álbum Wish you were here, en el set de grabación apareció un tipo obeso,
calvo, sin algunos dientes y de cejas afeitadas; tardaron en reconocerlo. Era
Barrett. Imagínense la impresión de sus viejos amigos. Su apariencia sería representada
algunos años luego en The Wall, la
película, con ese mítico personaje que todos (quienes la vimos, claro)
recordamos. Incluso muchos éxitos de Pink Floyd son homenajes a él. Podría
decirse que su espíritu estuvo presente aun después de su partida.
Su cambio fue radical |
Bob Geldof, protagonista en The Wall |
La historia de Barrett tiene valor simbólico para la ópera prima del realizador iraní Barbet Schroeder, o viceversa. Aunque claramente no era intención de Schroeder homenajear a Barret, el film trata -esencialmente- de drogadicción y consecuencia. De ese contexto liberal y de experimentación a finales de los sesenta. Auge del hippismo.
Pink
Floyd realizó un disco homónimo para More
(1969), o sea, el soundtrack. Una entrega con grandes piezas, aunque
lastimosamente no tan presentes durante la peli. Se oyen en momentos puntuales.
Main theme, quizá el tema más oído en
el film, aparece al inicio y algunas veces durante el desarrollo. Y, mi
favorita, en una escena de la que hablaré en otro párrafo.
La
cosa está así, un cuate alemán llamado Stefan (Klaus Grünberg) llega a Paris,
donde se hace de un buen amigo (Charlie, interpretado por Michel Chanderli).
Durante una fiesta, Stefan descubre a Stelle (Mimsy Farmer). “Me enamoré de
ella a primera vista”, narra el joven. Cuando Stefan le pregunta a Charlie por
ella, éste le responde que se aleje: “¡Keep away!”. Es ahí donde intuimos que la
hembra será causa de sus desventuras. Pues todo mantente alejado conlleva a una desventura. Es casi un axioma,
sabiduría añeja. Así pues, damos pie a una historia de sexo, drogas y rock al
muy peculiar estilo psicodélico de entonces. Stefan y Stelle llevan su romance
(e implicaciones) a la mítica isla Ibiza; popular entre la cultura hippie de los 60s y 70s.
Esa
tribu, tan famosa, la recordamos por su ya clásico amor y paz. Ropas floripondias, combis viejas y pintarrajeadas,
flores, arocoiris, figuras coloridas, nomadismo. Marihuana, sexo, rock &
roll. Y sobre todo, contradicciones. Si bien, More no resalta del todo sus características, podría decirse que es
un retrato parcial de ella.
“Mantente
alejado”, dice el bienintencionado Charlie; pero a Stefan, como todo hombre estúpidamente
enamorado, le importa un carajo las advertencias del otro. No previó en lo que
se metía. Así pasa, ¿qué se le hace a lo inevitable? Y es que Stelle encarna el
arquetipo de femme fatale tan
explotado en la narrativa artística. A su manera, claro.
Una femme fatale |
Como
en Requiem for a dream o Trainspotting (obviando que éstas
vinieron mucho después), More nos
muestra ese panorama obscuro y a veces trágico que el mundo de las drogas
suscita; el fantasma de la aguja. Por ello encuentro una conexión simbólica
entre la historia de Barrett y la Película. ¿A dónde lleva la adicción?, ¿a dónde la necesidad obsesiva por alguien?
Déjenme
sincerarme, More no es una película
del todo buena. De hecho no la recomiendo, salvo que seas seguidor de Pink
Floyd o te guste explorar todo tipo de cine. No sé qué decir de las
actuaciones; la mayoría de sus actores, si no es que todos, han quedado en el
olvido. Su guión no tiene muchas virtudes y carece de escenas memorables…
bueno, tal vez la referencia al Quijote
y ese cuadro donde Stelle baila Green is
the color (mi favorita del álbum) como en estado de trance.
No,
no la recomiendo. Pero merece ser reseñada por el simple hecho y placer de
llevar la firma de Pink Floyd en el soundtrack... aunque sin Barrett.
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