19/10/15

More (Barbet Schroeder 1969)

More, o la ausencia de Syd Barrett

Por Víctor G. Gándara



More no sólo es el primer soundtrack de Pink Floyd, también es el primer álbum en el que el desaparecido Syd Barrett -fundador de la banda y figura de inspiración en éxitos posteriores- no participa.




Salvo la colaboración del resto en alguna pieza, Barrett es autor de los temas del primer álbum: The piper at the gates of down. Su adicción a psicotrópicos (en especial LSD) lo llevó a un estado deplorable que lo marginó de la banda y, tan pronto ésta tuvo éxito, la carrera del genio se interrumpió. De ser el mayor partícipe en el álbum debut, al segundo dio poca aportación. En el tercero (More), su ausencia ya era realidad. Aunque intentó seguir en solitario, terminó retirándose a una vida sedentaria, entregándose poco a poco a la locura. 

Se cuenta que, mientras la banda grababa el álbum Wish you were here, en el set de grabación apareció un tipo obeso, calvo, sin algunos dientes y de cejas afeitadas; tardaron en reconocerlo. Era Barrett. Imagínense la impresión de sus viejos amigos. Su apariencia sería representada algunos años luego en The Wall, la película, con ese mítico personaje que todos (quienes la vimos, claro) recordamos. Incluso muchos éxitos de Pink Floyd son homenajes a él. Podría decirse que su espíritu estuvo presente aun después de su partida. 

Su cambio fue radical


Bob Geldof, protagonista en The Wall


La historia de Barrett tiene valor simbólico para la ópera prima del realizador iraní Barbet Schroeder, o viceversa. Aunque claramente no era intención de Schroeder homenajear a Barret, el film trata -esencialmente- de drogadicción y consecuencia. De ese contexto liberal y de experimentación a finales de los sesenta. Auge del hippismo.

Pink Floyd realizó un disco homónimo para More (1969), o sea, el soundtrack. Una entrega con grandes piezas, aunque lastimosamente no tan presentes durante la peli. Se oyen en momentos puntuales. Main theme, quizá el tema más oído en el film, aparece al inicio y algunas veces durante el desarrollo. Y, mi favorita, en una escena de la que hablaré en otro párrafo. 

La cosa está así, un cuate alemán llamado Stefan (Klaus Grünberg) llega a Paris, donde se hace de un buen amigo (Charlie, interpretado por Michel Chanderli). Durante una fiesta, Stefan descubre a Stelle (Mimsy Farmer). “Me enamoré de ella a primera vista”, narra el joven. Cuando Stefan le pregunta a Charlie por ella, éste le responde que se aleje: “¡Keep away!”. Es ahí donde intuimos que la hembra será causa de sus desventuras. Pues todo mantente alejado conlleva a una desventura. Es casi un axioma, sabiduría añeja. Así pues, damos pie a una historia de sexo, drogas y rock al muy peculiar estilo psicodélico de entonces. Stefan y Stelle llevan su romance (e implicaciones) a la mítica isla Ibiza; popular entre la cultura hippie de los 60s y 70s.

Esa tribu, tan famosa, la recordamos por su ya clásico amor y paz. Ropas floripondias, combis viejas y pintarrajeadas, flores, arocoiris, figuras coloridas, nomadismo. Marihuana, sexo, rock & roll. Y sobre todo, contradicciones. Si bien, More no resalta del todo sus características, podría decirse que es un retrato parcial de ella.    
  
“Mantente alejado”, dice el bienintencionado Charlie; pero a Stefan, como todo hombre estúpidamente enamorado, le importa un carajo las advertencias del otro. No previó en lo que se metía. Así pasa, ¿qué se le hace a lo inevitable? Y es que Stelle encarna el arquetipo de femme fatale tan explotado en la narrativa artística. A su manera, claro.

Una femme fatale

Como en Requiem for a dream o Trainspotting (obviando que éstas vinieron mucho después), More nos muestra ese panorama obscuro y a veces trágico que el mundo de las drogas suscita; el fantasma de la aguja. Por ello encuentro una conexión simbólica entre la historia de Barrett y la Película. ¿A dónde lleva la adicción?, ¿a  dónde la necesidad obsesiva por alguien?


Déjenme sincerarme, More no es una película del todo buena. De hecho no la recomiendo, salvo que seas seguidor de Pink Floyd o te guste explorar todo tipo de cine. No sé qué decir de las actuaciones; la mayoría de sus actores, si no es que todos, han quedado en el olvido. Su guión no tiene muchas virtudes y carece de escenas memorables… bueno, tal vez la referencia al Quijote y ese cuadro donde Stelle baila Green is the color (mi favorita del álbum) como en estado de trance.

No, no la recomiendo. Pero merece ser reseñada por el simple hecho y placer de llevar la firma de Pink Floyd en el soundtrack... aunque sin Barrett.  





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