Por un puñado de tomates
Por Jorge Le Brun
¿Hubo alguna vez un tiempo
en que las películas delirantes eran gustos culpables? ¿Qué fue de aquellos que
arrojaban tomates a Ed Wood y a otros “genios” de los excesos de escaso profesionalismo?
Las generaciones más maduras solemos criticar a las más jóvenes y ponernos en
un mantra apocalíptico de lo que le depara a la sociedad cuando vemos que las “virtudes”
de nuestra respectiva época se pierden en la marea de la líquida modernidad.
Nuestros padres ven con desgracia muchas cosas que se perdieron en nosotros, y
estamos viendo otras que consideramos nosotros se pierden con los que apenas
son 2 o 3 años menores. Sí hay un peligro latente, la homogenización de las
masas; la especie sobrevive por su diversidad y no solo la genética si no en el
mundo de las ideas; ese es el auténtico peligro, aunque no sabemos si en verdad
lo padecemos; el doctorado no quita lo pendejo, leer cualquier libro no te hace
necesariamente más culto y arrojar tomates a mediocres pero afamados directores
no evitará el ataque de los tomates asesinos; todo es cuestión de
supervivencia.
En realidad el científico sale hasta la siguiente película |
Los tomates, hartos de
tantos años de acabar en las ensaladas, los cátchups y los purés, cobran vida y
deseosos de venganza están asesinando gente. Bueno, quizá todo es obra de
alteraciones genéticas realizadas por pesticidas, el gobierno y ¿Por qué no? un
científico loco con deseos de conquistar el mundo, todo un visionarios ¿Quién sospecharía
de los tomates? Pero si son unos angelitos en su redondez rojiza, y cantan en
los comerciales lo felices que están de ser aplastados y usados de aderezo; yo
siempre pensé que eran felices pero esta película nos muestra otro rostro.
El rostro de la maldad |
Personajes bizarros hasta
el tuétano, desaprovechados en el cuadro pero enfrentando a la diabólica amenaza
de las frutas que comemos en nuestras hamburguesas. El incompetente
presidente de los Estados Unidos reúne a un grupo de especialistas comandados
por Mason Dixon, y donde destaca el maestro del disfraz, Sam Smith que durante
la historia se disfraza de George Washington, Abraham Lincoln y Adolf Hitler (no
se hubiera notado de no ser que es afroamericano) y quien tiene que infiltrarse
entre los tomates.
Hitler... |
Las escenas del film son por
demás bizarras y paródicas; empieza con un pergamino que dice que cuando The Birds (1963) de Alfred Hitchcock fue
puesta en libertad, el público se rio de la idea de las aves atacando a la
humanidad, pero cuando un ataque perpetrado por las aves se produjo en 1975
(han existido ataques aislados pero aquí andaban inventando), nadie se rio.
Otra escena es un tributo a Jaws
(Tiburón 1975) de Steven Spielberg, donde una dama es atacada en el agua por un
par de tomates, de forma incomprensible y sin poder defenderse; los tomates
solo estaban flotando sin hacer nada pero lograron llevarse a unas cuantas
víctimas, las hacen desaparecer con la poderosa magia de un fotograma después.
El gran trabajo de infiltración del agente Sam Smith |
John de Bello dirige un
filme, con pésimas interpretaciones, absurdo montaje, sin ningún guion y
jodidamente entretenida. La escena del mini cuarto de conferencias cumple
bastante bien y nos deja claro que lo que no tienen los actores de talento histriónico
lo compensan como comediantes. Hay Todas tipo de burlas a las reglas del montaje
las puedes encontrar aquí y todo con un sui géneris tema musical, que puedes ver aquí:
El trabajo hondó
tremendamente en la cultura popular, con 3 secuelas oficiales, una serie de televisión
animada (más basadas en las secuelas), un comic y una novela que toma como
nombre el Ataque de las patatas asesinas como tributo. La película de Mars Attack! (1996) roba descaradamente
el final de este trabajo, y de alguna manera el concepto al tratarse de un
delirante y ridículo exterminio de la raza humana que batalla para enfrentar
con una exagerada estupidez; la parodia de la parodia, el humor negro del humor
negro.
La gloriosa junta militar |
Los 8 bits profundizaron la
mitología de los tomates homicidas de la serie de televisión, pero fue el
proyecto en Nintendo el de mayor reconocimiento, los tomates fueron famosos en
el game boy. Fue en las secuelas y la serie donde se logró la pretensión de
John de Bello, darle un toque más humano a los tomates, dotarles de rostro y
hasta de vestimentas, tan ridículos como comercializables.
Las películas como están son
las responsables de estereotipar la serie b y convertirla al día de hoy en un género
más, en donde la extravagancia, lo cutre y la sátira a las mismas reglas de
producción son objetivos claramente planificados, en donde el argumento debe
alejarse completamente de lo verosímil y liberar la diarrea mental de nuestros
niños interiores. Quizá hay un sentimiento megalómano con estas películas; una
crueldad reprimida.
¿La película es ridícula? ¿No es extraño que
todo lo raro, extraterrestres, súper héroes, fenómenos paranormales ocurran en
Estados Unidos? Estas películas sin pretenderlo, parecen burlarse de estos
ideales americanos de sentirse el centro del universo, donde los seres de
galaxias lejanas a veces hablan con acento de Texas, y en ocasiones eso también
ocurre sin pretenderlo. La voracidad del gobierno norteamericano por dominar el
mundo y ser el referente y oficial a cargo se ve reflejada cuando hasta son el
objetivo de la ira de los tomates ¿No es tan absurdo lo real como Sharknado (2013), Black sheep (2006) y otros hijos de este bodrio?
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