“El Artista Mudo”
Por Jorge Le Brun
Cuarta película del director Michel Hazanavicius, la cual lo llevó a la
fama internacional, y con la que fue multipremiado; una narración sencilla, una
comedia romántica amena y que apela a la nostalgia con su técnica.
La trama gira en torno a la vida: desde la cima hasta el fracaso, del
actor George Valentin (Jean Dujardin), el cual tiene al mundo a sus pies, posee
fama, éxito y carisma; su orgullo y arrogancia no le permitieron prepararse
para los nuevos cambios en la industria cinematográfica con el surgimiento de
las películas sonoras. Su estilo de vida termina al mismo tiempo que haciende
la nueva estrella de este nuevo cine: Peppy Miller (Bérénice Bejo), carismática
mujer a la que el mismo Valentin descubrió y la cual tiene un gran amor y
admiración por el artista.
El valor de la trama es de afortunada ambigüedad para los distintos
observadores, pero el elemento central que puede observarse en esta
confabulación es sin duda la historia del cine en acción, la transición de una
forma de percibir el mundo (en este caso artística) ha otra; como inicia el cine
sonoro en 1927 y como en los 30s
se hace con el dominio del mundo; destruye y crea un nuevo paradigma: cambian
las formas de actuar, de producción, la idea de cómo debe ser una estrella, su
voz, su físico, la construcción de los géneros. Es una siempre útil película de
cine sobre el cine. La transición de un mundo a otro en donde no todos
sobreviven.
En la década de 1930, algunos se
adaptan a estos cambios y otros, como fue el caso de Charles Chaplin, se
resisten solo al principio pero terminan negociando con el contexto o si no
terminaban con sus carreras. La historia de George Valentin es la historia de
un fracaso: tanto la de sí mismo como la de la lucha que representa. Valentin
es Don Quijote frente a los molinos, Espartaco
contra los romanos, Tokio contra
Godzilla, el “piojo” Herrera contra los comentaristas mexicanos o Donald Trump
contra lo que respire. La historia de una lucha imposible, obcecada e implacable;
que por otro lado y por todo ello es romántica.
Una de las opiniones es que se trató de una película cómica y amena, un
elemento sencillo de la época del cine mudo; otra opinión radicó más bien en la
originalidad del formato narrativo, sin ornamento innecesario, sostenida (y
esto es una triste excepción) en los mimbres más elementales del cine: la
interpretación, la dirección y el guión. Un guión paradójicamente fundamental
en una “película muda”. En cuanto a la opinión del segundo espectador puedo
declarar que me remite a la importancia que juega la historia en los filmes,
sin duda alguna el guión es la estrella principal de la película (un cliché
decirlo).
El blanco y negro y las nuevas
tecnologías son solo embellecedores de las películas. Sirven a fines estéticos,
sirven para realzar las imágenes,
se refleja en su atmósfera de subjetividades y en el juego simbólico con los gags del cine
mudo (como una broma en la que con un bang
nos quieren hacer creer que se da un suicidio) que ayuda a la trama y ambos han
sido formatos principales en distintas etapas de la historia que son solo herramientas
y músculos para las historias. La tecnología va al margen de las historias. El
cine consiste en historias, no en tecnología. La música en su mayoría es
irónicamente de nuestros tiempos, fue compuesta por Ludovic Bource y publicada
en 2011, después de los hechos que refleja la película, la melodía tema es de
unos años después de los sucesos del film y hasta aparece una canción utilizada
en un filme de Alfred Hitchcock en los 50s, sin embargo esta juega un papel
primordial en la secuencia que solo es llevada por los personajes por medio de
los gestos exagerados (famosos en los 20s) y ayuda a interpretar correctamente
las emociones del momento, ensamblando correctamente la comunicación con el
público.
Esta película que es sobre el cine mudo
(no es muda chamaquitos), tiene sin duda un revoltijo de influencia: Lang,
Ford, Lubitsch, Murnau, Wilder entre muchos otros que construyeron la primer
etapa del cine, todo se plasman aquí. En
mi opinión el plano más simbólico de esa etapa del cine es cuando se muestra en
las escaleras a Peppy que se encuentra con Valentin, es un plano general y a la
vez es un plano descriptivo y a la vez narrativo que muestra a los actores y sus reacciones con
cierta distancia en un escenario con su respectiva y necesaria teatralidad. Ese
tipo de planos generales ya no es tan común de ver en el cine moderno, al menos
no tendenciosamente. La película podrá ser muy “ñoña” para algunos, melosa o
empalagosa para otros, para algunos otros podría sobrar la trama del amor entre
Peppy y George, pero tiene suficientes elementos para sostenerse más allá de
eso, es la historia de la trasformación de los procesos y los paradigmas y de
cómo la gente reacciona ante ellos.
Me retracto, esta imagen fue lo mejor |
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