¿Cuantos Freddy Krueger se necesitan…?
Por Jorge Le Brun
Hay más de un muerto en este
2015 al que se debe lamentar, por temática y falta de tiempo, solo pude escribir sobre el gran Wes Craven; uno de los iconos del cine de terror americano. Licenciado
en psicología y con un master en filosofía; empezó su carrera cinematográfica
como editor de sonido para una empresa newyorkina; años después incluso produjo
pornografía y fue escalando hasta alcanzar el éxito mundial con A Nightmare on Elm Street, la cual
escribió en los 80s y estuvo a punto de no nacer porque nadie consideraba que
un asesino serial que atacaba a través de los sueños fuera a llamar la
atención. La inspiración para crear al personaje le vino a Craven de dos
vivencias: primero cuando una noche, el infante Wes mirando por su ventana, se
da cuenta que es observado por un hombre extraño que no le apartaba su mirada y
tenía un sombrero. El segundo, es de un día que apareció en los periódicos la
noticia de la muerte de un niño como lo era él, mientras dormía y que llevaba
semanas alertando a sus padres de que las pesadillas que sufría eran “reales”.
Lo aterrador es que estamos hablando de vivencias que cualquiera de nosotros
pudiera haber tenido y con menor o mayor impacto emocional.
Todo comienza cuando Tina (Amanda Wyss) tiene
una pesadilla en la que es perseguida por nuestro simpático villano, y solo
hasta que esté la tiene en sus garras logra despertar. La cosa se pone extraña
cuando se entera que no es la única adolescente que tuvo esta pesadilla. En una
fiesta a la que sus amigos le sugieren ir para distraerse, Tina decide descansar,
y cuando todos sus compañeros la vuelven a ver, aparece muerta y con el novio
escapando. La amiga de Tina, Nancy es la que tuvo el mismo sueño, y ahora la
entidad onírica la persigue a ella incesantemente. Se trata de un pederasta y
asesino serial que fue quemado vivo por los padres de varias de sus víctimas y que
con el poder de los demonios de los sueños se a convertido en un monstruo
sediento de venganza, su nombre es Freddy Krueger.
Johhny Depp hace su primer
papel en esta película y muere de una forma bestial, él mismo, personaje
secundario de esta película terminaría siendo uno de los actores con más fama
internacional; cosa que sus compañeros de reparto no corrieron con excepción de
Robert Englund que se convertiría en una leyenda del género al interpretar a
Freddy Krueger en sus innumerables secuelas.
La mano del abuso |
“El hombre del saco” es una
leyenda contada a los niños para ponerles normas, está basada en algunos hechos
reales, como el sucedido en España cuando Francisco Ortega en 1910, enfermo de
tuberculosis y buscando una cura, acudió a una brujo o más bien un criminal de
nombre Francisco Leona, que a cambio del buen señor dinero, le reveló "la
cura": beber la sangre que emanara del cuerpo de un niño, extraerle la
grasa al cuerpo y untarla al pecho del enfermo. El criminal se ofreció y trajo
en un saco a la víctima. El hombre del saco, el coco o bogeyman son la
representación del miedo a desconocidos que nuestros padres pretendieron
mantener así; muchas veces basados en peligros reales a los que nuestra vulnerabilidad
no está capacitada a enfrentar. Fredy es
el hijo de esos seres, vive en los sueños y se alimenta de los puntos flacos;
las películas de terror que tienen a los jóvenes o niños como victimas nos
sumergen a la piel esa etapa en la que éramos más impresionables y más
indefensos, tal vez ese fue el verdadero éxito del payaso extraterrestre de
Stephen King. Los sueños también juegan un papel ¿Cómo defendernos en un mundo
en el que ni si quiera estamos conscientes? Eso sin dejar a un lado las
infinitas posibilidades y peligros que hay en nuestra cabeza para salvarnos o
destruirnos.
Freddy Krueger es la búsqueda
de la eternidad de todos nosotros; la inmortalidad no podría conseguirse de
forma literaria, pero podemos dejar hijos, grandes logros, acciones memorables
o abominables. La maldad de Freddy y su deseo de eternidad lo llevo a los
sueños de los habitantes de Elm Street, literal y metafóricamente. Freddy es
fascinante y aterrador a la vez, es el día de hoy un embajador sociocultural
del estilo de vida americano, lo preocupante radica en que un asesino serial de
la ficción, que tiene preferencia por los menores sea ese emblema gringo. Para
los sociólogos es precisamente Freddy Krueger una representación de los
peligros de la niñez si se alejan demasiado de la matriz, ósea sus madres o
padres, o de todo lo malo que podría y ha pasado ya. Robert Englund que era un joven
de ambiente gótico, conocía el trabajo de Craven y estaba entusiasmado con
aquel personaje, según sus palabras, había algo de La Bella y la Bestia de Cocteau en la relación de la protagonista y el
antagonista. La muerte de Freddy se da cuando es negada su existencia, cuando
esa eternidad que todos ambicionamos no es posible; solo podemos estar muertos
si no existimos en la mente de otros.
La música de la película es
trabajo de Charles Bernstein, el más famoso que logró y de los más escalofriantes en su
época. Hablando de eso, esta película quizá no sea aterradora para muchas de
las actuales generaciones, pero volvemos a la figura del coco, el nuestro hace
años que pasó y aun la figura de este sórdido asesino onírico permanece en
nuestro colectivo; tal vez halle la forma de volvernos a asustar con alguna
forma nueva, bueno, lo dudo pero Freddy esta para quedarse.
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