Eléctrica postmoderna
Por Jorge Le Brun
"No
hay trabajo malo... lo malo es tener que trabajar"
- Don Ramón
Hay en el cine un género de
películas totalmente dedicadas a la rebeldía de la juventud; en un interesante
post sobre este tipo de películas, Anna Hernández empieza con un “Para bien y
para mal, la juventud es una larga etapa de nuestra vida, quizás las más
representativa, pues desde los 10 a los 24 años vamos forjando nuestra
personalidad, nos definimos de cara a la madurez, y nos decantamos hacia una
forma de pensar u otra; empezamos a seguir nuestra propia filosofía de vida y
nos soltamos de la mano de mama y papa”.
Aquí los link de la lectura, muy
recomendables:
Las mejores películas sobre rebeldía y esplendor de la juventud (Parte I)
Las mejores películas sobre rebeldía y esplendor de la juventud (Parte II)
Las mejores películas sobre rebeldía y esplendor de la juventud (Parte I)
Las mejores películas sobre rebeldía y esplendor de la juventud (Parte II)
Esta agrupación temática - de
la que pueden saber más en la línea del tiempo que podrían ver en los links - pronto llevaría a construir un film prototipo con el título de American Graffiti (George Lucas 1973),
un pionero de lo que sería en años posteriores las películas sobre vida
estudiantil y fiestas, que al pasar los años construirían con éxitos como American Pie (Paul y Chris Weitz 1999) el
cóctel de absurdos cliché y pintorescas comedias baratas que se autoparodian. Influyentes en la cultura pop, en donde el éxito recae en fórmulas como la saga
American Pie, Teen Wolf (Rod Daniel 1985),
Can't Hardly Wait (Deborah Kaplan y
Harry Elfont 1998) y claro, cuando la fiesta se volvió la premisa en éxitos como
Superbad (Greg Mottola 2007) o Project X (Nima Nourizadeh 2012). Todas
taquilleras y reflejos de arquetípicas aspiraciones, todas comedias.
Recuerdo cuando salió la
campaña publicitaria de esta película; al igual que la caratula del dvd, se
trataba de post de unas “chicas Disney” enseñando la carne y su cubierta de
piel con pequeños bikinis en poses “atrevidas” donde el título “Spring
breakers” se volvía un pleonasmo. Para quien no esté familiarizado con el cine
independiente sin duda la presentación hacía pensar que era una de esas
películas de la típica fiesta gringa estudiantil, pero con féminas en lugar de unos ñoños. La cuestión
era que no se podía esperar eso de un director como Harmony Korine; cineasta que suele reflejar en su cine la llamada “américa profunda”.
Cuatro estudiantes de
universidad: Faith (Gomez), Brit (Ashley Benson), Candy (Hudgens) y Cotty
(Rachel Korine) están ante la próxima gran fiesta de primavera y su problema es
que no cuentan con el presupuesto suficiente para emprender su viaje playero. Para
conseguirlo se plantean la más genial de las ideas; asaltar un puesto de comida
rápida. La película parodia uno de los conceptos más mitificados
en este tipo de las películas de estudiantes (de lo que hable en el segundo párrafo) y que ha inundado
intensamente las mentes de la juventud actual, la fiesta perpetua, el mito
mirreynal de occidente. Las damiselas se encuentran finalmente con un sujeto
que se hace llamar Alien, interpretado por James Franco y quizá el personaje
más carismático del filme, un narcotraficante swagger músico fanático de Tony
Montana.
No es casualidad que este
ambiente está acompañado por la música electro, en donde Skrillex aporta la
mayor parte de las piezas. Armonizada con lo metálico y la arquitectura
nocturna, hacen un mosaico coherente en todos sus aspectos. Sobre todo de la
onda psicodélica actual. Las imágenes son por si mismas una melodía electrónica.
Película desoladora como la
filmografía entera de Korine, parodia de nosotros mismos. Hay una escena en
donde las "bitches" ya tienen sus armas listas para el asalto y se motivan a utilizarlas diciendo “imagina
que estás en un videojuego”, la suplantación de lo real y lo artificial en un
sistema de valores en donde el tiempo se tiene en exceso y no se quiere hacer
nada con él, solo la “fiesta eterna” y llegar a ella de la forma más fácil
posible, donde las consecuencias o las culpas pueden sugestionarse en
indiferencia como la que tienes cuando tu avatar muere al jugar un mortal kombat,
las vidas son eternas. La lucha “interminable por no hacer nada” para no saber qué
hacer con tanto hedonismo es basado en el desenfreno de sexo, drogas y fiesta,
donde aún se mitifican lugares ideales que en realidad son estados mentales vacíos
de significado como si fueran el Olimpo de los dioses, Asgard, Fantasía, Oz o
Kripton solo que para “echarse un shampoo con las lobukis”; el mundo en donde
todos somos parte de un Jersey Shore o Big Brother.
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