7/12/15

Spring Breakers (Harmony Korine 2013)

Eléctrica postmoderna

Por Jorge Le Brun



"No hay trabajo malo... lo malo es tener que trabajar"
- Don Ramón

Hay en el cine un género de películas totalmente dedicadas a la rebeldía de la juventud; en un interesante post sobre este tipo de películas, Anna Hernández empieza con un “Para bien y para mal, la juventud es una larga etapa de nuestra vida, quizás las más representativa, pues desde los 10 a los 24 años vamos forjando nuestra personalidad, nos definimos de cara a la madurez, y nos decantamos hacia una forma de pensar u otra; empezamos a seguir nuestra propia filosofía de vida y nos soltamos de la mano de mama y papa”.




Esta agrupación temática - de la que pueden saber más en la línea del tiempo que podrían ver en los links - pronto llevaría a construir un film prototipo con el título de American Graffiti (George Lucas 1973), un pionero de lo que sería en años posteriores las películas sobre vida estudiantil y fiestas, que al pasar los años construirían con éxitos como American Pie (Paul y Chris Weitz 1999) el cóctel de absurdos cliché y pintorescas comedias baratas que se autoparodian. Influyentes en la cultura pop, en donde el éxito recae en fórmulas como la saga American Pie, Teen Wolf (Rod Daniel 1985), Can't Hardly Wait (Deborah Kaplan y Harry Elfont 1998) y claro, cuando la fiesta se volvió la premisa en éxitos como Superbad (Greg Mottola 2007) o Project X (Nima Nourizadeh 2012). Todas taquilleras y reflejos de arquetípicas aspiraciones, todas comedias.



















Recuerdo cuando salió la campaña publicitaria de esta película; al igual que la caratula del dvd, se trataba de post de unas “chicas Disney” enseñando la carne y su cubierta de piel con pequeños bikinis en poses “atrevidas” donde el título “Spring breakers” se volvía un pleonasmo. Para quien no esté familiarizado con el cine independiente sin duda la presentación hacía pensar que era una de esas películas de la típica fiesta gringa estudiantil, pero con féminas en lugar de unos ñoños. La cuestión era que no se podía esperar eso de un director como Harmony Korine; cineasta que suele reflejar en su cine la llamada “américa profunda”.

Korine es guionista de la cruda Kids (Larry Clark 1995), en donde el tema de las drogas y el sexo en la juventud ya son visualizados. Es director también de películas experimentales y peculiares como Gummo (1997), donde personajes pintorescos pero reales no saben qué hacer con sus vidas con una rutina donde no son capaces de obtener algo de dignidad pero se niegan a morir. Spring Breakers no está tan alejada de los tópicos de su director, aunque aquí con una historia donde se ve un desenfrenado hedonismo primaveral. Vanessa Hudgens y Selena Gomez son parte de esta trama que ellas quisieron utilizar para terminar de romper el cascaron público de "las niñas buenas" para dar paso a la madurez, de una forma un poco más original que su compañera Miley Cyrus, la Madonna postmoderna.

Cuatro estudiantes de universidad: Faith (Gomez), Brit (Ashley Benson), Candy (Hudgens) y Cotty (Rachel Korine) están ante la próxima gran fiesta de primavera y su problema es que no cuentan con el presupuesto suficiente para emprender su viaje playero. Para conseguirlo se plantean la más genial de las ideas; asaltar un puesto de comida rápida. La película parodia uno de los conceptos más mitificados en este tipo de las películas de estudiantes (de lo que hable en el segundo párrafo) y que ha inundado intensamente las mentes de la juventud actual, la fiesta perpetua, el mito mirreynal de occidente. Las damiselas se encuentran finalmente con un sujeto que se hace llamar Alien, interpretado por James Franco y quizá el personaje más carismático del filme, un narcotraficante swagger músico fanático de Tony Montana.

Franco interpreta en la película a Mefistófeles generación MTV, quien lleva a la chicas en bikini de colores pasteles a una vorágine de placeres y nuevas experiencias, en donde lo más parecido a un Fausto (aunque reiterativo y sin dirección) es el personaje de Fatih, quien llegado su momento no puede seguir con el desenfrene de los demás; la estrecha relación con su familia y el mundo de la religión no le permiten ir a otros lugares o "estados superiores" a la fiesta en Florida de unos cuantos días. En cambio Brit, Candy y Cotty (ella hace todo lo que le dicen) actúan como una unidad; un ser tricéfalo sin pudor y sin piedad que incluso en una escena obliga a Alien a hacerle una felación a un par de pistolas.


Spring breakers es una película para algunos gustos; una experiencia que vale la pena aún si no te gusta su trama, interpretaciones, temática o su forma de montar; todo por su puesta en escena. La dirección de fotografía estuvo a cargo de Benoît Debie, el cual vuelve la experiencia visual del filme en algo tan memorable por su niebla de neón de colores y un estilo de edición sesgado, influido por películas como Revolver (Guy Ritchie 2005), pero principalmente a la estética nocturna que ha retratado el director Michael Mann en su propia filmografía. Aquí incluso los bikinis y máscaras de las damas brillan con el fosforescente.

No es casualidad que este ambiente está acompañado por la música electro, en donde Skrillex aporta la mayor parte de las piezas. Armonizada con lo metálico y la arquitectura nocturna, hacen un mosaico coherente en todos sus aspectos. Sobre todo de la onda psicodélica actual. Las imágenes son por si mismas una melodía electrónica. 



















Película desoladora como la filmografía entera de Korine, parodia de nosotros mismos. Hay una escena en donde las "bitches" ya tienen sus armas listas para el asalto y se motivan a utilizarlas diciendo “imagina que estás en un videojuego”, la suplantación de lo real y lo artificial en un sistema de valores en donde el tiempo se tiene en exceso y no se quiere hacer nada con él, solo la “fiesta eterna” y llegar a ella de la forma más fácil posible, donde las consecuencias o las culpas pueden sugestionarse en indiferencia como la que tienes cuando tu avatar muere al jugar un mortal kombat, las vidas son eternas. La lucha “interminable por no hacer nada” para no saber qué hacer con tanto hedonismo es basado en el desenfreno de sexo, drogas y fiesta, donde aún se mitifican lugares ideales que en realidad son estados mentales vacíos de significado como si fueran el Olimpo de los dioses, Asgard, Fantasía, Oz o Kripton solo que para “echarse un shampoo con las lobukis”; el mundo en donde todos somos parte de un Jersey Shore o Big Brother. 






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