En la ciudad expresionista de dementes y sonámbulos
Por Jorge Le Brun
«Los historiadores de cine consideran hoy en día El
Gabinete del Dr. Caligari como un ejemplo excepcional de un estilo de cine
psicologizante ubicado en la intersección de la pintura y la actuación. En esta
época de imágenes fílmicas vertiginosas y digitalizadas, la película de Wiene
permite adivinar, más que nunca, algo de la imagen de “la pantalla diabólica”
de los tiempos del cine silente.»
- Cien años de cine: Desde los orígenes
hasta su establecimiento como medio
A finales del 2015 tuve una
infortunada desgracia. Todo comenzó cuando en octubre me enteré de un muy
interesante evento que se llevaría a cabo en la Ciudad de México (para mí y
muchos siempre será Distrito Federal); se utilizaría el Órgano Monumental del
Auditorio Nacional (OMAN) a partir del 6 de diciembre; constituido por 15 mil
633 flautas donde las más pequeñas son de aproximadamente un centímetro y medio de
longitud mientras que las mayores miden poco más de 10 metros y con un peso
aproximado a las 50 toneladas; se trata del órgano más grande de Latinoamérica.
El compositor experimental (conocido también por su labor en el jazz) John
Zorn, era el encargado de bailar con el OMAN, pero el detalle que me atrapó no
era ese. Zorn había hecho una nueva composición y era para acompañar con una
restauración hecha del filme capital del expresionismo alemán, El Gabinete del Dr. Caligari. La
tragedia se dio cuando una serie de factores se acumularon e impidieron que
pudiera usar un boleto que tenía para un viaje al D.F. (me empeño en el
viejo nombre).
Película restaurada
Para los que no sabían, el
color en el cine es en realidad tan antiguo como este. Si bien, el color no es
un elemento tan importante como el contorno para crear una representación
verosímil de la realidad (ni modo que un dibujo coloreado resulte más parecido
a lo real que una foto en blanco y negro), era el natural objetivo ya obtenida
la fotografía y la forma de reproducir los movimientos de lo que capturaban. En
la carrera por la paternidad del cine, los hermanos Lumiere le habían ganado al
gangster de las patentes, Thomas Alba Edison en la creación del artefacto y a Louis
Le Prince (quien había logrado el objetivo 7 años antes) en exhibirlo al
público (ya que Le Prince desapareció misteriosamente). Sin embargo, lo que sí
pudieron hacer los ingenieros de Edison era ofrecer sonido simultáneo en el
kinetoscopio - Dickson Experimental Sound
Film (1894) fue la primera filmación con sonido sincronizado - y un
primitivo tratamiento del color hecho a mano; el cerebro de esto fue William
K.L. Dickson y posteriormente usado por cineastas de la talla de Georges Méliès.
En pocas palabras el color no es una novedad y solo los procesos han ido evolucionando; en este caso, de lo que hacían los pioneros pasamos al entintado, consistente en el virado de todo el metraje de una secuencia para dotarlo de una temperatura acorde con las características de horario y locación. Surgieron colores como el sepia que era utilizado por lo general para interiores diurnos, el azul se solía utilizar para la noche y para exteriores matutinos en ocasiones se dejaba el blanco y negro; ya había implicaciones semánticas con respecto al significado de los colores. Como deducirán, muchas películas que hoy conocen en blanco y negro en realidad tenían color (en realidad muy limitado), y fue hasta el comienzo de los años 30 que se dio un paso más. La película de la que estoy por hablar pasó por el entintado; el problema como con muchas otras cintas es que al momento de pasar a otros formatos, no se dieron cuenta que los entintados eran parte de la película, y es así como muchos la conocen solo en blanco y negro. Posteriormente se recuperaron los colores y la versión que tuve la desgracia de perderme es la más reciente restauración.
La música original de este
trabajo se encuentra en la obra de Giuseppe Becce, quien fuera compositor (uno
pionero) de cine mudo (el único cine que había) y trabajó para
directores como Fritz Lang, Friedrich Wilhelm Murnau, Georg Wilhelm Pabst,
entre otros. Y está aquí uno de los grandes misterios de la cinta, pues la partitura
se encuentra perdida hasta el día en que escribo esto. El sonido siempre ha
sido fundamental en el cine desde su aparición, y el tono del pérfido Dr.
Caligari se perdió en la historia como todo un Ozymandias “Nada queda a su lado.
Alrededor de la decadencia de estas colosales ruinas, infinitas y desnudas se
extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas”.
Becce fue uno de los grandes
pioneros en composición para cine; creo una de las antologías de piezas
musicales - suyas y de otros compositores – más famosa de la época, que fueron
catalogadas según el tipo de atmosfera que evocan (en sus consideraciones),
esta lista y trabajo teórico se llamó "Kinobibliothek" (biblioteca de
cine) conocido principalmente como “kinothek”. Se dice que entre las más de 3
mil partituras está lo que pertenecía al Gabinete
del Dr. Caligari; no hay forma de saberlo. Esto en realidad ha llevado a
que la película en sus restauraciones, haya sido cobijada con las
piezas de distintos compositores y tengamos una variedad distinta de “doctores
caligari”; interesante destino para la película que de alguna manera se ha
convertido en una pieza interactiva. Para la restauración de 1980, Peter
Michael Hamel hizo su partitura que para 1984, cuando se hizo la restauración
de los colores del filme, fue sustituida por música seleccionada de las
partituras de Giuseppe Becce que han llegado al día de hoy, y de ahí en
adelante Lothar Prox, Richard Marriott, Rainer Viertelboeck, Timothy Brock en
1996 (mi Caligari favorito y la primera que escuché), Raphaël
Marionneau y la más reciente hecha en la restauración del 2014 por John Zorn,
claro está. También pueden buscarle en youtube versiones caseras y cocinadas
con amor, con música rock o jazz; se dice que hay una con David Bowie cantando,
no he tenido la dicha de encontrarme con ella. Como sea, este clásico imprescindible
tiene muchos rostros.
Regresando
al review
Es bastante lo que puede
decirse de esta película: la primera película puramente expresionista, el
énfasis en la importancia dramática de la iluminación, su distancia con el
realismo y naturalismo, los magníficos decorados, la primer vuelta de tuerca de
la historia del cine, etc. Podemos decir que es la primer película de la
historia que trataba al cine como un arte (¿O será el trabajo carnavalesco de Méliès?); temas como la locura, la fatalidad, la sexualidad, el estado
mental y se encuentran con en esta obra
de Trama Macabra (con disculpas de
Hitchcock).
Todo comenzó cuando el guionista Carl Mayer hizo asociación con el también escritor, Hans Janowitz; inspirados por una desagradable experiencia de Mayer con un psiquiatra del ejército durante la primera guerra mundial, la de Janowitz con un sujeto aterrador que vio alguna vez en un circo y por la propuesta estética de la película El Golem (Paul Wegener y Carl Boese 1920). La idea de la película era una crítica de la brutal e irracional actitud del gobierno alemán y el militarismo, y como lavan el cerebro del hombre común para hacerlo cometer actos atroces, todo dicho con un discurso expresionista que estaba en auge en ese entonces. El escrito con mucha insistencia fue presentado al productor Erich Pommer, que quedó congraciado cuando finalmente aceptó leer el guion, pensando en el buen Fritz Lang para la dirección. Lang tuvo que rechazarlo por compromisos con otro proyecto; Pommer en su lugar trajo al director de teatro Robert Wiene, que por su currículo era el indicado para llevar a cabo la ambición estética.
Todo comenzó cuando el guionista Carl Mayer hizo asociación con el también escritor, Hans Janowitz; inspirados por una desagradable experiencia de Mayer con un psiquiatra del ejército durante la primera guerra mundial, la de Janowitz con un sujeto aterrador que vio alguna vez en un circo y por la propuesta estética de la película El Golem (Paul Wegener y Carl Boese 1920). La idea de la película era una crítica de la brutal e irracional actitud del gobierno alemán y el militarismo, y como lavan el cerebro del hombre común para hacerlo cometer actos atroces, todo dicho con un discurso expresionista que estaba en auge en ese entonces. El escrito con mucha insistencia fue presentado al productor Erich Pommer, que quedó congraciado cuando finalmente aceptó leer el guion, pensando en el buen Fritz Lang para la dirección. Lang tuvo que rechazarlo por compromisos con otro proyecto; Pommer en su lugar trajo al director de teatro Robert Wiene, que por su currículo era el indicado para llevar a cabo la ambición estética.
El expresionismo es una
corriente artística que apareció en los últimos años del siglo XIX y los
primeros del XX como una reacción frente a los modelos que habían prevalecido
en Europa desde el renacimiento, particularmente en las academias. El final de
la primera guerra mundial y el reparto del mundo entre los ganadores dejaron a
Alemania en un estado de incertidumbre política y moral, agravado por el
impacto de una fuerte recesión económica. Hay quienes lo recuerdan como el
siglo más terrible de la historia, otros lo consideran un siglo de matanzas y
de guerras. Los grandes artistas detrás en este trabajo fueron el diseñador
Hermann Warm y los pintores Walter Reimann y Walter Röhrig, crearon fondos
pintados en telas llenos de formas geométricas; con calles retorcidas, sillas
enormes en diminutos espacios, marcos puntiagudos en las ventanas y un ambientes
totalmente oscuros en donde la opresión, la obsesión y la visión de un lunático
son lo que dan vida.
Algunas de los trabajos de Walter Reimann y Walter Röhrig para la película |
La historia está dividida en
6 actos, y comienza con un tipo de nombre Francis (Friedrich Feher) platicando
en medio de un lúgubre matorral con un hombre viejo, mientras una
fantasmagórica de nombre Jane (Lil Dagover) pasa por el lugar. El buen Francis afirma
que es “su prometida” y comienza a explicar el porqué de su estado en un
flashback que termina siendo la trama. La historia ocurre en el pueblo ficticio
de Holstenwall, un lugar retorcido y sombrío de forma literal, y con calles que
hacen espirales. Francis y su amigo Alan (también su rival por la mano de Jane)
fueron a visitar una feria a las afueras en donde un misterioso sujeto que se
hace llamar Caligari (Werner Krauss) presenta un show con un sonámbulo que se
despierta solo para adivinar el futuro de quien pregunte. El somnoliento sujeto
adivina el destino de Alan, morir antes de que amanezca; la predicción fue
acertada. Una serie de sucesos perturban las vidas de Jane y Francis; el
desquiciado Dr. Caligari y su fiel sonámbulo Cesare están vinculados con una
serie de asesinatos; el destino final es un enfrentamiento en el psiquiátrico.
Las caracterizaciones de
esta obra son por demás increíbles; Jane y su aturdido andar son notables. La
interpretación del Dr. Caligari, como el delirante y maléfico psiquiatra de
villanesca crapulencia es solo igualada por la de su fiel sirviente, Cesare,
interpretado por el legendario actor Conrad Veidt (conocido por algunos en su interpretación
en The Man Who Laughs como el rostro
que inspiró a Bob Kane en la creación del archienemigo de batman). En uno de
sus papeles emblemáticos y uno de los más influyentes en futuras
caracterizaciones, Veidt da vida a un triste ser manipulado por los designios
de un loco, y que se desplaza de forma sobrenatural con su extraña figura; la
mitología en torno al sonambulismo se encuentra en la piel de Cesare, y en sus
enormes ojeras; sin duda es la escena de su presentación y cuando abre los ojos
una de las más memorables del largometraje.
Años tras su huida de la Alemania
nazi, Robert Wiene trató de hacer una secuela del trabajo original, en la que
unió fuerzas con el gran Jean Cocteu; el esfuerzo de los directores no rindió
frutos y fueron muchos años después que otros directores en américa llevaron
propuestas usando el nombre del diabólico Caligari; aun así el filme dejó
muchos hijos regados; una herencia gigantesca. Entre lo policial y el terror
(para algunos es la primer película de este género), con una impronta
expresionista. Pionera en su apartado estético tanto en su época (influyó en
los trabajos alemanes de W. F. Murnau y Fritz Lang) como en tiempos posteriores
en obras como las de el mismo Cocteu, Alfred Hitchcock, Orson Welles, Ingmar Bergman,
Terry Gilliam, las películas de horror de la Universal y la Hammer, el cine
negro y sobre todo, la estética de la filmografía de Tim Burton; Eduardo “Manos
de tijera” tiene de antepasado el oscuro Cesare. También su narrativa fue
pionera, no solo en el uso de los flashbacks, también siendo una película con
algunos giros y (como dije más arriba) la primer vuelta en la historia del
cine, Shutter Island (Martin Scorsese
2010) se inyecta por todos lados dosis de este gran filme; un final que da una
vuelta de 180° a todo lo visto.
Es bastante poco (si no
nulo) lo que puedo decir de esta película de la que ya han hablado los que
saben. Una abstracción y distorsión de la realidad, formas geométricas retorcidas,
absurdos y siniestros personajes en un ambiente teatral donde los claroscuros
les dan vida; un relato sobre la locura con un extraño psiquiatra-cirquero
homicida hipnotista que adivina el destino de sus víctimas por medio de su dormilón
y enamoradizo esclavo, un destino que siempre es de muerte; una estafa para los
incautos destinados a morir, como la naturaleza misma del trabajo, una estafa
para quien cree que una imagen solo sirve para reflejar la naturalidad.
Y aquí abajo la película con la partitura de Timothy Brock
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