4/3/16

El Gabinete Del Doctor Caligari (Robert Wiene 1920)

En la ciudad expresionista de dementes y sonámbulos

Por Jorge Le Brun


«Los historiadores de cine consideran hoy en día El Gabinete del Dr. Caligari como un ejemplo excepcional de un estilo de cine psicologizante ubicado en la intersección de la pintura y la actuación. En esta época de imágenes fílmicas vertiginosas y digitalizadas, la película de Wiene permite adivinar, más que nunca, algo de la imagen de “la pantalla diabólica” de los tiempos del cine silente.»

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A finales del 2015 tuve una infortunada desgracia. Todo comenzó cuando en octubre me enteré de un muy interesante evento que se llevaría a cabo en la Ciudad de México (para mí y muchos siempre será Distrito Federal); se utilizaría el Órgano Monumental del Auditorio Nacional (OMAN) a partir del 6 de diciembre; constituido por 15 mil 633 flautas donde las más pequeñas son de aproximadamente un centímetro y medio de longitud mientras que las mayores miden poco más de 10 metros y con un peso aproximado a las 50 toneladas; se trata del órgano más grande de Latinoamérica. El compositor experimental (conocido también por su labor en el jazz) John Zorn, era el encargado de bailar con el OMAN, pero el detalle que me atrapó no era ese. Zorn había hecho una nueva composición y era para acompañar con una restauración hecha del filme capital del expresionismo alemán, El Gabinete del Dr. Caligari. La tragedia se dio cuando una serie de factores se acumularon e impidieron que pudiera usar un boleto que tenía para un viaje al D.F. (me empeño en el viejo nombre).





























Película restaurada
Para los que no sabían, el color en el cine es en realidad tan antiguo como este. Si bien, el color no es un elemento tan importante como el contorno para crear una representación verosímil de la realidad (ni modo que un dibujo coloreado resulte más parecido a lo real que una foto en blanco y negro), era el natural objetivo ya obtenida la fotografía y la forma de reproducir los movimientos de lo que capturaban. En la carrera por la paternidad del cine, los hermanos Lumiere le habían ganado al gangster de las patentes, Thomas Alba Edison en la creación del artefacto y a Louis Le Prince (quien había logrado el objetivo 7 años antes) en exhibirlo al público (ya que Le Prince desapareció misteriosamente). Sin embargo, lo que sí pudieron hacer los ingenieros de Edison era ofrecer sonido simultáneo en el kinetoscopio - Dickson Experimental Sound Film (1894) fue la primera filmación con sonido sincronizado - y un primitivo tratamiento del color hecho a mano; el cerebro de esto fue William K.L. Dickson y posteriormente usado por cineastas de la talla de Georges Méliès.



En pocas palabras el color no es una novedad y solo los procesos han ido evolucionando; en este caso, de lo que hacían los pioneros pasamos al entintado, consistente en el virado de todo el metraje de una secuencia para dotarlo de una temperatura acorde con las características de horario y locación. Surgieron colores como el sepia que era utilizado por lo general para interiores diurnos, el azul se solía utilizar para la noche y para exteriores matutinos en ocasiones se dejaba el blanco y negro; ya había implicaciones semánticas con respecto al significado de los colores. Como deducirán, muchas películas que hoy conocen en blanco y negro en realidad tenían color (en realidad muy limitado), y fue hasta el comienzo de los años 30 que se dio un paso más. La película de la que estoy por hablar pasó por el entintado; el problema como con muchas otras cintas es que al momento de pasar a otros formatos, no se dieron cuenta que los entintados eran parte de la película, y es así como muchos la conocen solo en blanco y negro. Posteriormente se recuperaron los colores y la versión que tuve la desgracia de perderme es la más reciente restauración.

La música original de este trabajo se encuentra en la obra de Giuseppe Becce, quien fuera compositor (uno pionero) de cine mudo (el único cine que había) y trabajó para directores como Fritz Lang, Friedrich Wilhelm Murnau, Georg Wilhelm Pabst, entre otros. Y está aquí uno de los grandes misterios de la cinta, pues la partitura se encuentra perdida hasta el día en que escribo esto. El sonido siempre ha sido fundamental en el cine desde su aparición, y el tono del pérfido Dr. Caligari se perdió en la historia como todo un Ozymandias “Nada queda a su lado. Alrededor de la decadencia de estas colosales ruinas, infinitas y desnudas se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas”.



Becce fue uno de los grandes pioneros en composición para cine; creo una de las antologías de piezas musicales - suyas y de otros compositores – más famosa de la época, que fueron catalogadas según el tipo de atmosfera que evocan (en sus consideraciones), esta lista y trabajo teórico se llamó "Kinobibliothek" (biblioteca de cine) conocido principalmente como “kinothek”. Se dice que entre las más de 3 mil partituras está lo que pertenecía al Gabinete del Dr. Caligari; no hay forma de saberlo. Esto en realidad ha llevado a que la película en sus restauraciones, haya sido cobijada con las piezas de distintos compositores y tengamos una variedad distinta de “doctores caligari”; interesante destino para la película que de alguna manera se ha convertido en una pieza interactiva. Para la restauración de 1980, Peter Michael Hamel hizo su partitura que para 1984, cuando se hizo la restauración de los colores del filme, fue sustituida por música seleccionada de las partituras de Giuseppe Becce que han llegado al día de hoy, y de ahí en adelante Lothar Prox, Richard Marriott, Rainer Viertelboeck, Timothy Brock en 1996 (mi Caligari favorito y la primera que escuché), Raphaël Marionneau y la más reciente hecha en la restauración del 2014 por John Zorn, claro está. También pueden buscarle en youtube versiones caseras y cocinadas con amor, con música rock o jazz; se dice que hay una con David Bowie cantando, no he tenido la dicha de encontrarme con ella. Como sea, este clásico imprescindible tiene muchos rostros.


Regresando al review
Es bastante lo que puede decirse de esta película: la primera película puramente expresionista, el énfasis en la importancia dramática de la iluminación, su distancia con el realismo y naturalismo, los magníficos decorados, la primer vuelta de tuerca de la historia del cine, etc. Podemos decir que es la primer película de la historia que trataba al cine como un arte (¿O será el trabajo carnavalesco de Méliès?); temas como la locura, la fatalidad, la sexualidad, el estado mental y se encuentran con en esta obra de Trama Macabra (con disculpas de Hitchcock).

Todo comenzó cuando el guionista Carl Mayer hizo asociación con el también escritor, Hans Janowitz; inspirados por una desagradable experiencia de Mayer con un psiquiatra del ejército durante la primera guerra mundial, la de Janowitz con un sujeto aterrador que vio alguna vez en un circo y por la propuesta estética de la película El Golem (Paul Wegener y Carl Boese 1920). La idea de la película era una crítica de la brutal e irracional actitud del gobierno alemán y el militarismo, y como lavan el cerebro del hombre común para hacerlo cometer actos atroces, todo dicho con un discurso expresionista que estaba en auge en ese entonces. El escrito con mucha insistencia fue presentado al productor Erich Pommer, que quedó congraciado cuando finalmente aceptó leer el guion, pensando en el buen Fritz Lang para la dirección. Lang tuvo que rechazarlo por compromisos con otro proyecto; Pommer en su lugar trajo al director de teatro Robert Wiene, que por su currículo era el indicado para llevar a cabo la ambición estética.

El expresionismo es una corriente artística que apareció en los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX como una reacción frente a los modelos que habían prevalecido en Europa desde el renacimiento, particularmente en las academias. El final de la primera guerra mundial y el reparto del mundo entre los ganadores dejaron a Alemania en un estado de incertidumbre política y moral, agravado por el impacto de una fuerte recesión económica. Hay quienes lo recuerdan como el siglo más terrible de la historia, otros lo consideran un siglo de matanzas y de guerras. Los grandes artistas detrás en este trabajo fueron el diseñador Hermann Warm y los pintores Walter Reimann y Walter Röhrig, crearon fondos pintados en telas llenos de formas geométricas; con calles retorcidas, sillas enormes en diminutos espacios, marcos puntiagudos en las ventanas y un ambientes totalmente oscuros en donde la opresión, la obsesión y la visión de un lunático son lo que dan vida.

Algunas de los trabajos de Walter Reimann y Walter Röhrig para la película 

La historia está dividida en 6 actos, y comienza con un tipo de nombre Francis (Friedrich Feher) platicando en medio de un lúgubre matorral con un hombre viejo, mientras una fantasmagórica de nombre Jane (Lil Dagover) pasa por el lugar. El buen Francis afirma que es “su prometida” y comienza a explicar el porqué de su estado en un flashback que termina siendo la trama. La historia ocurre en el pueblo ficticio de Holstenwall, un lugar retorcido y sombrío de forma literal, y con calles que hacen espirales. Francis y su amigo Alan (también su rival por la mano de Jane) fueron a visitar una feria a las afueras en donde un misterioso sujeto que se hace llamar Caligari (Werner Krauss) presenta un show con un sonámbulo que se despierta solo para adivinar el futuro de quien pregunte. El somnoliento sujeto adivina el destino de Alan, morir antes de que amanezca; la predicción fue acertada. Una serie de sucesos perturban las vidas de Jane y Francis; el desquiciado Dr. Caligari y su fiel sonámbulo Cesare están vinculados con una serie de asesinatos; el destino final es un enfrentamiento en el psiquiátrico.



Las caracterizaciones de esta obra son por demás increíbles; Jane y su aturdido andar son notables. La interpretación del Dr. Caligari, como el delirante y maléfico psiquiatra de villanesca crapulencia es solo igualada por la de su fiel sirviente, Cesare, interpretado por el legendario actor Conrad Veidt (conocido por algunos en su interpretación en The Man Who Laughs como el rostro que inspiró a Bob Kane en la creación del archienemigo de batman). En uno de sus papeles emblemáticos y uno de los más influyentes en futuras caracterizaciones, Veidt da vida a un triste ser manipulado por los designios de un loco, y que se desplaza de forma sobrenatural con su extraña figura; la mitología en torno al sonambulismo se encuentra en la piel de Cesare, y en sus enormes ojeras; sin duda es la escena de su presentación y cuando abre los ojos una de las más memorables del largometraje.




















Años tras su huida de la Alemania nazi, Robert Wiene trató de hacer una secuela del trabajo original, en la que unió fuerzas con el gran Jean Cocteu; el esfuerzo de los directores no rindió frutos y fueron muchos años después que otros directores en américa llevaron propuestas usando el nombre del diabólico Caligari; aun así el filme dejó muchos hijos regados; una herencia gigantesca. Entre lo policial y el terror (para algunos es la primer película de este género), con una impronta expresionista. Pionera en su apartado estético tanto en su época (influyó en los trabajos alemanes de W. F. Murnau y Fritz Lang) como en tiempos posteriores en obras como las de el mismo Cocteu, Alfred Hitchcock, Orson Welles, Ingmar Bergman, Terry Gilliam, las películas de horror de la Universal y la Hammer, el cine negro y sobre todo, la estética de la filmografía de Tim Burton; Eduardo “Manos de tijera” tiene de antepasado el oscuro Cesare. También su narrativa fue pionera, no solo en el uso de los flashbacks, también siendo una película con algunos giros y (como dije más arriba) la primer vuelta en la historia del cine, Shutter Island (Martin Scorsese 2010) se inyecta por todos lados dosis de este gran filme; un final que da una vuelta de 180° a todo lo visto.


Es bastante poco (si no nulo) lo que puedo decir de esta película de la que ya han hablado los que saben. Una abstracción y distorsión de la realidad, formas geométricas retorcidas, absurdos y siniestros personajes en un ambiente teatral donde los claroscuros les dan vida; un relato sobre la locura con un extraño psiquiatra-cirquero homicida hipnotista que adivina el destino de sus víctimas por medio de su dormilón y enamoradizo esclavo, un destino que siempre es de muerte; una estafa para los incautos destinados a morir, como la naturaleza misma del trabajo, una estafa para quien cree que una imagen solo sirve para reflejar la naturalidad.   



Y aquí abajo la película con la partitura de Timothy Brock




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