24/2/16

Él (Luis Buñuel 1953)

Erotismo a la altura de los pies; paranoia a la vuelta de la esquina

Por Jorge Le Brun


Los eurocentristas - que no son pocos y ni todos del “viejo mundo” - muchas veces se concentran en la etapa francesa del director de origen aragonés; algunos otros en sus primeros filmes en sus inicios de militancia surrealista, antes de su exilio en América. Algunos dirán y con la más justa de las razones que gozó de mayor estabilidad laboral en Francia, total libertad de acción, más presupuesto y ya en lo consiguiente a sus trabajos un mayor refinado técnico. Pues bien, dijo alguna vez un escritor, creo que Roberto Bolaño (y me arriesgo a equivocarme al autor de lo dicho) que no es en los grandes proyectos donde vemos la grandeza de los autores, si no en el cuerpo de sus obras; es aquí donde vemos la adversidad y la construcción de su estética o "cosmogonías", en sus trabajos más grandes (sin quitarles su honor) por el contrario podemos notar sus errores pues al realizarlos terminan autocomplaciéndose. No nos engañemos, Buñuel dirigió 18 y 4 más que tenían al menos la co-producción mexicana, sus peores trabajos y sus grandes dificultades sin duda las tuvo en el cine de mexicano. Solo en México lo hicieron dirigir guiones de encargo, solo en México tuvo que hacer cine comercial, solo en México lo hacían filmar "churros" pero también realizó varias de sus obras maestras. Fue en México donde estuvo obligado a someterse a las normas de un sistema rígido de producción y a una censura; este contexto de censura le condicionó buscar procedimientos de escritura que le permitieron colocar sutilmente imágenes de su cosecha en los géneros más comerciales para hacerles "decir" algo distinto de lo que habitualmente "dicen"; su crítica a la religión y a otros sectores; aquí sufrió, pero también triunfo, aquí fue donde verdaderamente vivió, quizá el toque de su trabajo francés es más desenfadado, tranquilo y no falto de méritos, pero hablar de Buñuel sin su etapa mexicana es como si no se le mencionara. El reconocía todo esto; a pesar de que en sus años más gloriosos tuvo diversas oportunidades de trasladarse a vivir en otros sitios; aquí vivió y aquí murió.

La etapa mexicana de Buñuel utilizó más guiones lineales; modelos más sencillos en lo general, pero son fuertes emocionalmente; películas corrosivas, en esta etapa utiliza personajes psicológicamente complejos (quizá su guionista principal, Luis Alcoriza ayudó en eso), llenas de imágenes poéticas y una búsqueda de la naturalidad en la mayoría de los casos; no por eso dejó a un lado el surrealismo que en mayor o menor medida logro colocar (salvo en esos guiones de encargo). Entre sus obras maestras destacan Los Olvidados, las surreales El Angel exterminador y Simón del desierto, Nazarín, Viridiana, la infravalorada Ensayo de un crimen y la película que nos atañe, Él, que en palabras de su autor es la más personal de todas, “quizá es la película donde más he puesto yo. Hay algo de mí en el protagonista...Es una de mis películas preferidas”.

Francisco Galván (Arturo de Córdova), hombre de abolengo, intachable, buena posición social y altos valores religiosos, protegido del cura del pueblo, se encontraba un día de jueves santo como de costumbre en la iglesia. Y es aquí en donde se ve una de las más poderosas secuencias hechas en toda la filmografía de Buñuel y una de las más importantes del cine, donde se mezclan religión y sexualidad, donde el sacerdote lava los pies de un niño con una expresión de placer que connota pedofilia (sobre todo cuando le estampa un beso a la extremidad). Mientras esto sucede, el buen Francisco contempla los pies de los asistentes al recinto, este se detiene solo hasta llegar a los de una mujer, la cual es mirada por la cámara de los pies hasta el rostro, en donde se detiene; una clara filia se hace presente en esta magistral escena; la mujer se ha percatado y Francisco obsesionado.



Los pies de la dama cuyo rostro es muy mono, son de Gloria (la actriz argentina, Delia Garcés), mujer que posteriormente es identificada como la prometida del viejo amigo de Francisco, el ingeniero Raúl (Luis Beristáin). El compromiso no es suficiente para Francisco; enamora a Gloria y la termina haciendo suya; todo esto en una escena entre los dos protagonistas interrumpida por una explosión. Lo que la señorita ignora es el calvario que sufrirá después de casarse ya que descubrirá que su intenso marido es mucho más que eso. El buen panchito es un paranoico, obsesivo y muy posesivo que interpreta siempre la realidad en el sentido de su obsesión, a la cual se adapta todo. Él jamás se quita la idea de que Gloria lo engaña, y no deja de ver más que agujas en el pajar, es un celoso patológico que llega a funestas consecuencias.































Temáticas
Afirmó Roman Gubern (1976) “Él, va en esa línea, es un estudio meticuloso y exacto del tránsito de la neurosis obsesiva a la paranoia y demuestra la sólida preparación científica de Buñuel, en una interpretación rigurosamente freudiana del caso”. Puede entenderse un poco la patología de Francisco desde el comienzo cuando despide a un abogado con el que tiene muchos años trabajando y una larga amistad solo por aconsejarle desistir de pleito legal que sostiene por unas propiedades; su dialogo en una cena en donde habla del amor, lo describe como una gran explosión a primera vista en la que de una forma u otra la vida no significa nada sin esa persona a las que se posó la vista; a pesar de ser un hombre maduro, jamás se había enamorado ni tenido algún tipo de relación sentimental; finalmente muestra su cuadro celotípico tras su matrimonio con Gloria, constantemente no deja de “ver” que todo hombre a su alrededor tiene alguna pretensión por su esposa o que ella misma le es infiel. El famoso psicoanalista Jacques Lacan y amigo de Buñuel, llegó a utilizar la película para mostrar un perfecto caso de paranoia.

Otro tema presente es una crítica religiosa y social; la escena de los pies claro esta enfatiza esto, pero también ver al santurrón y piadoso Francisco, siempre buscando la aprobación de su entorno, la búsqueda constante de construir una imagen de él mismo, la rigidez de su carácter, probablemente su religiosidad recalcitrante influyó mucho al ya existente desorden de su personalidad, pero entre todo esto hay algo más desconcertante ¿Por qué diablos Gloria no se iba? La cosa llegó a tal grado que en una ocasión su marido le disparó con una pistola de salva lastimándola considerablemente ¿No era eso un hasta aquí? Una de las explicaciones sin duda era la idealización de Gloria esperando convencer a Francisco de que todo lo que pensaba era incorrecto; pero es el tema social el que profundiza más en esto.

Francisco no dejaba a Gloria ni hablar con su madre y la convenció con sus palabras de lo que el hombre deliraba, lo mismo hizo con todas las personas que conocían, y no fue difícil, la gente ya cooperaba mucho con el protagonista cuando este le pidió a Gloria bailar con su nuevo abogado (antes de pensar que este también iba tras su mujer), el padre Velasco (Carlos Martínez Baena), tenía al "santísimo" Francisco en un pedestal, y no hizo más que sermonear a Gloria cuando esta le fue a pedir consejo; regresando a la madre, no fue difícil que ella creyera lo que decía “el pancho” (que así la armó por cierto), ella representa a la idea social de familia; se pone de parte de Francisco por ser éste un hombre de caché, un Donald Trump Guanajuato style.



La película muestra a una sociedad machista donde las mujeres tienen un rol que cumplir y donde los hombres tienen derecho sobre ellas, incluso hay una escena en el principio que en la mansión del protagonista, donde Pablo, el criado, de quien se sugiere ha intentado violar a una mucama, Francisco reprende con un regaño mientras a la víctima la echa de la casa. Pablo simboliza la permisividad y el premio al macho.



Producción
El desplegado técnico de la película es uno de los mejor trabajados por Buñuel en México. Los movimientos de cámara y la puesta en escena de la mansión de Francisco son excelentes. La película se filmó en gran parte en Guanajuato, que no es ninguna casualidad; una sociedad con fuertes connotaciones conservadoras que hasta hace algunos años se caracterizó por ser un lugar donde las mujeres son condenadas a veinte años de prisión bajo cargo de homicidio calificado por abortar, aun cuando dicha concepción sea el producto de una violación, una concepción que en plena actualidad puede afirmarse que es completamente medieval.

Hay cuatro escenas que llamaron poderosamente mi atención pero solo les hablaré de tres; la última ocurre al final y no sé cuántos de ustedes se molesten con los spoilers: la primera de estas ya la mencioné, es la del principio donde se ve a la institución religiosa y  algo de su lado oscuro combinado al fetichismo de los pies.



La segunda es una de las escenas más inquietantes que jamás he visto. Un desesperado Francisco ante la posibilidad de perder a Gloria, decide que si no será suya, no será de nadie más; se dirige a hurtadillas a su dormitorio, donde encuentra a esta dormida, viene armado ¿Con que? Con una hoja de afeitar, una aguja y un hilo; pareciera que el mismo Marques de Sade se le apareció en sueños a Buñuel; es una escena que tiene un gran número de interpretaciones, pero en mi opinión la más factible es pensar que en su locura, el protagonista pensó en cocer la vagina de Gloria, para asegurarse de que permaneciera casta.





























Legado
Si hay un director que admiró y bebió del legado de Buñuel es sin duda el británico Alfred Hitchcock. El director de Psycho siempre se reconoció fan de Buñuel e incluso en una cena organizada por las luminarias de la vieja guardia de Hollywood para este, pidió sentarse a la izquierda de don Luis. Hitchcock le hizo numerosos tributos a la obra de Buñuel e incluso puede decirse que en muchos aspectos sus trabajos son paralelos, incluso Salvador Dalí trabajo con los dos en algún momento.



La tercera escena que prometí mencionar de Él es la siguiente: un Francisco agobiado pide a Gloria dar un paseo y terminan en el lugar favorito del marido, en el campanario de una iglesia, en donde mira hacia abajo y comparando a la gente con gusanos, proclama como le gustaría aplastarlos a todos. Hitchcock hace un tributo en la escena final de su obra maestra Vertigo a este episodio en particular, de hecho las carreras de Buñuel y Hitchcock jamás habían estado tan unidas como en estas dos películas con destinos paralelos: En las dos aparece un hombre que termina atrapado en un algún tipo de obsesión por una mujer (de distintas características claro), esta escena, los dos filmes en su época de estreno fueron considerados fracasos de crítica y taquilla, ni en Hollywood (Vertigo) ni en Cannes (Él) fueron bien recibidas, ni el público estadounidense ni el mexicano las entendieron en sus estrenos, y al día de hoy los que las escupieron en su momento pueden revolcarse en sus tumbas.



Él y Vertigo también son unidad porque al final de cuentas se convirtieron en lo que hoy son, joyas del cine. Hace algunos años los expertos anglosajones han reconsiderado a Vertigo como la mejor de todos los tiempos por encima de la sobrevalorada aunque notable Citizen Kane (Orson Welles 1941). Yo no sería tan pomposo a la hora de dar reconocimientos para poner esos títulos, pero no sería descabellado dar una mayor observación a la película de la que hablo; se puede presumir que Él hizo a Vertigo.




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