10/2/16

Hunger (Steve McQueen 2008)

La agonía de Ticio y “metafísica de la mierda” según McQueen

Por Jorge Le Brun


“Vi también a Titio, el hijo de la augusta Gea, echado en el suelo, donde ocupaba nueve yugadas. Dos buitres, uno de cada lado, le roían el hígado, penetrando con el pico en sus entrañas, sin que pudiera rechazarlos con las manos”.
- Homero, La Odisea


Un mito griego de menor conocimiento popular es el del gigante Ticio; su crimen fue el de sentir una intensa lujuria por la diosa Leto e intentar poseerla de un modo u otro; intentó violarla animado por la diosa Hera y para su infortunio, los hijos de su víctima, los dioses Artemis y Apolo acudieron al rescate. El castigo del "galán" fue prometeico; encadenado al suelo por toda la eternidad mientras buitre, águila, serpiente o chupacabras devoraba eternamente su inagotable hígado, órgano asociado a la pasión para los antiguos habitantes de la región. 

Las distintas versiones dan diferentes madres al gigante del que hablo, pero siempre hay una constante, nació y fue criado bajo tierra. Leto por su parte era una diosa de la noche, pero portadora de la luz, ella nos llevaba a un nuevo día. Ticio era entonces instigado por el legendario espíritu vengativo de Hera en su vida subterránea, alguien que luchaba por ver por fin la luz de un nuevo día; la pasión si bien puede sugerirse como pulsión a veces viene en forma de sublimación. La pintura nos lo revela en manos del renacentista Tiziano y del barroco tenebrismo de José de Ribera alias “El españolito”; sobre todo en este último podemos ver que el enorme Ticio es en realidad un hombre delgado en constante sufrimiento y perdiendo la carne de su cuerpo a manos de las bestias, mientras continuaba prisionero en el tártaro, la gran prisión de la teología olímpica.


Ticio (1963) por José de Ribera.

El cine es un espacio artístico en el cual se ha explorado de distintas formas el mundo de la prisión. Bronson es una propuesta surgida en 2008 de la que ya hablé el mes pasado, ahora es turno del primer largometraje de la carrera de Steve McQueen; antes de su incursión hollywoodense con 12 Years a Slave (2013), antes de Shame (2011) y siempre acompañado con su hasta ahora inseparable Michael Fassbender; el director británico incursiona en el mundo de las prisiones con una oscura, directa y puntual trama sobre los sucesos de la huelga de hambre irlandesa de 1981 en la prisión de Maze, con motivo del enfrentamiento en Irlanda del Norte entre los republicanos y los unionistas con el gobierno británico.


Ixión (1963) por José de Ribera. Este cuadro junto a Ticio, son dos sobrevivientes de una exhibición de 4 cuadros de personajes castigados por Zeus en la mitología griega. No se conoce con exactitud quien hizo el encargo.

Conocido como The Troubles (Los Problemas), el conflicto de Irlanda del Norte fue un problema militar que podría catalogarse como una guerra (de carácter civil principalmente) por su escala (enormes bajas británicas y gasto de recursos, así como la llegada del conflicto tanto a Inglaterra como a la República de Irlanda); una brutal guerra que jamás fue declarada. Una de las grandes escuelas de terrorismo, conflictos religiosos y étnicos modernos puede percibirse en ese periodo que aún tiene algunas heridas abiertas. Los católicos republicanos que se habían quedado en Irlanda del Norte (minoría étnica) tenían una historia de fricciones con el gobierno británico y el grupo de protestantes (mayoría) que gozaban de todo el poder político; movidos por la imposición de su propia agenda o por la posibilidad de independizarse, formaron grupos paramilitares como IRA. Los prisioneros de guerra en la cárcel de máxima seguridad de Maze comenzaron a protestar cuando la adorable Margaret Thacher les negó la categoría de presos políticos; se negaron a vestir ropas de presidiario, permaneciendo desnudos o cubiertos con ropas hechas a partir de las mantas de la cárcel. La cosa “mejoró” cuando varios presos republicanos fueran atacados por los guardias cuando vaciaban sus orinales, provocando que los presos se negaran a lavarse y embadurnaran las paredes de sus celdas con sus propios excrementos. Y la cosa siguió subiendo de tono cuando en 1981, el miembro de IRA, Bobby Sands, comenzó una huelga de hambre.


















En la novela de La Insoportable Levedad del Ser, Milan Kundera dedica un capítulo a lo que él llama “la teología de la mierda”. Explica la historia del hijo de Stalin, el hombre más poderoso del mundo en aquel entonces, y como este, prisionero de los alemanes durante la segunda guerra mundial, termina suicidándose por la exigencia de los prisioneros británicos a que limpiara el escusado que él ensuciaba “Lo acusaron de ser sucio ¿Él, que debía soportar el peso del mayor drama imaginable (ser al mismo tiempo hijo de Dios y ángel reprobado), debía ser ahora sometido a juicio, no por cuestiones elevadas (referidas a Dios y a los ángeles), sino por asuntos de mierda? ¿Está entonces el más elevado drama tan vertiginosamente próximo al más bajo?”. El autor concluye del suceso que la mierda, por cuestiones metafísicas ha sido negada y convertida en algo asqueroso y la contradicción que significaría nuestra negación a esta (cerrar la puerta del baño es como si nos reconociéramos como un producto inaceptable de la creación). En la película que comenzamos a analizar nos encontramos que es negada por los dos grupos que se enfrentan (guardias y presos) y también por la forma en que es usada como herramienta de protesta por los prisioneros, que sin quitarles su desprecio escatológico la convierten en el lienzo de su desacato.



Los cuerpos de los prisioneros asemejan a esas pinturas de José de Ribera, que hizo en homenaje a los gigantes castigados por los dioses en claroscuros, desnudos, delgados y en constante sufrimiento, padeciendo un desgarrador destino; una mierda de destino.

Fassbender interpreta al líder de los condenados, al mismo Bobby Sands; un Ticio en su prisión, lamentando no conseguir a la diosa del nuevo día, y siendo devorado por la bestia de sus entrañas; su propio estómago; una esquelética y memorable interpretación. Bobby Sands ordena a sus compañeros, sin dudarlo y sin la menor consideración, a emularlo y también llevar a cabo la huelga de hambre; duro e inflexible y dispuesto a llevar sus acciones hasta las últimas consecuencias pensando en que está en lo correcto en contraste con el oficial Raymond Lohan (Stuart Graham), quien lleva con brutalidad y determinación su trabajo como celador, pero que a todas luces encuentra solo malestar y frustración en su labor, todo mientras lava constantemente sus magulladas por golpear a tantos prisioneros.




Película dura y visceral, donde no hay espacio para “buenos” ni “malos”, solo el tenebrismo de aquellas pinturas donde se ve al gigante nacido debajo de la tierra. Lo minimalista se vuelve colosal, la orina escurriendo de cada una de las celdas al piso del exterior es un detalle más doloroso que las golpizas que los carceleros dan a sus prisioneros. Y la cámara de Mcqueen siempre está en un punto subjetivo cual si fuera un mirón ignorado por todos a su alrededor, pero que forma parte de la escena. Uno de sus mejores momentos es cuando mira el largo dialogo y debate que Sands sostiene con el padre Dominic Moran (Liam Cunningham) por las implicaciones de su decisión, en un vivo trabajo del director de fotografía Sean Bobbitt.



El Ticio de la pintura de “El españolito” era un gigante que no podía morir y una figura humana con grilletes que contrasta con la oscuridad en el fondo de su prisión; el “Ticio” de McQueen sin embargo es mortal, puede verse entre sombras y la luz no se concentra solo en él. Es quizá la mayor diferencia entre los dos “Ticios” el viaje del segundo, el que puede morir forma parte del ciclo de la vida, el descenso final hacía la pérdida del cuerpo y fijación en la mente y el momento enterrado en la infancia como perpetuo recuerdo y pese a ello hay un gesto que los dos gigantes comparten; la idea de matar o morir por un nuevo orden; después de todo la conclusión es que deben morir o sufrir algunos para alcanzar algo de dignidad ¡Vaya mierda que es la vida y nos atrevemos a negarlo!                                                                                                            




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