Cuando la muerte sopla la vela
Por Jorge Le Brun
“Yo voy a ser cineasta”
- Luis Buñuel al ver La muerte cansada
El
Gabinete del Dr, Caligari será la obra capital del cine
expresionista alemán, pero de entre sus artistas, destacan de ese movimiento
las obras del romántico Friedrich Wilhelm Murnau y el señor de las tinieblas,
Fritz Lang. Quizá el más subestimado de los 2 (depende como vean el vaso), pero
sin duda de una interesante vida, desde su paso por la primera guerra mundial,
sus sueños durante la convalecencia cuando se encontraba herido, su posterior
entrada al mundo del cine y por supuesto, su huida de Alemania ante la avanzada
nazis y el abandono de su esposa que era simpatizante del régimen que él
aborrecía y había quitado de las salas de cine El testamento del Dr. Mabuse (1933) por veto del ministro de
propaganda, Joseph Goebbels. Luis Buñuel es la prueba de la grandeza de Lang y
su aporte al lenguaje cinematográfico, no solo durante el expresionismo, sino
también en el cine negro que construyó en su etapa americana.
La octava película de Lang, Las tres velas (nombre que le pusieron
en Francia) o La muerte cansada (traducido
del nombre original, Der müde tod) es una película que entra dentro del
movimiento expresionista y aunque algo desconocida para el público genérico es
bastante apreciada por cineastas, críticos e historiadores del cine. La
historia fue escrita por el mismo Lang y su en aquel entonces guionista de cabecera
y esposa (antes de hacerse nazi), Thea von Harbou. La historia y temática gira en
torno a un predilecto de poetas y cantantes de baladas cursis, sobre la
posibilidad del amor de incidir o no; de revertir la muerte ¿Puede el amor
vencer a la muerte?
Todo comienza con una pareja
de novios que se encuentra de paseo por un pueblo y es seguida por un tipo
misterioso de aspecto fatídico al que todos repelen. En un descuido durante
su estancia en la posada, la mujer pierde de vista al novio y ya no lo
encuentra por ninguna parte; al poco tiempo descubre que el hombre siniestro se
lo llevó y se trata de la mismísima muerte. La novia encuentra la forma de
contactar con la muerte y llega a sus aposentos; el siniestro ente masculino le
revela su malestar con su propio destino; no le gusta su propio trabajo y la
incomprensión que tienen sobre él mismo. Accede finalmente a darle una
oportunidad a la mujer y le muestra 3 velas; ella tendrá que evitar que una se
extinga a cambio de regresarle a su novio; ella tiene que evitar que una vida
se extinga. A partir de aquí la historia se divide en tres subtramas en donde
la novia hace la respectiva cantidad de viajes: el primero al medio oriente
persa, el segundo a la Venecia renacentista y el último a la mágica y antigua
China.
Las tres historias son
protagonizadas por la pareja de novios en donde la dama destaca como la
protagonista de todo el metraje. Su interpretación es llevada por Lil Dagover,
que llegó a rodar con Lang en un total de 4 películas y que fuera la
protagonista femenina en El Gabinete del Dr. Caligari, entre muchos otros
trabajos, destacando como una de las grandes estrellas del cine alemán. Su
papel en esta película es el de una heroína trágica que lucha contra el destino
al igual que el personaje de la muerte (Bernhard Goetzke) que aborrece el
propio significado de su existencia. La interpretación de la muerte es la de un
larguirucho hombre de manto negro y una mirada que atraviesa hasta la carne pero
dispuesto a permitir a la mujer intentar vencerlo, aun advirtiendo de la imposibilidad
de esto; un ángel funesto de cabello canoso.
El ambiente y la
arquitectura de la obra es en esencia gótico; los decorados son de lo más
fuerte del trabajo, combinando la naturaleza con arquitecturas colosales. Cabe
destacar la taberna de pueblo, el palacio del califa, también los decorados
italianos y ese pasillo del edificio chino con un pasillo de círculos que asemeja
a espiral (o ¿Seré solo yo?), las estatuas de deidades orientales y esa
impresionante pared en donde la muerte se recarga y posteriormente la novia ve
la marcha de las almas. Aunque sin duda son los aposentos del ente de la defunción,
la estrella principal; un lugar oscuro
con un camino iluminado que lleva a un espacio lleno de largas velas que son
las vidas de las personas y el fuego es el aliento de esas vidas.
La película cuenta con todos
los efectos especiales de la época y las innovaciones del mismo Lang, que utiliza
más entintados que el sepia y el azulado, como el rojo para simbolizar el incendio.
Una de las escenas a destacar es cuando la muerte - para explicarle a la novia
sobre su función – toma la llama de una vela de forma literal y esta se
convierte en un bebe que toma del plano físico. También es digno de destacar la
historia que sucede en China, no solo por su trama y logrado visual, pues es aquí
donde el director pone lo más impactante; destaca la escena con el pergamino mágico
que vuela a voluntad de su amo (el mismo que le hace servil reverencia) y
también la aparición de los demonio de fuego convocados para salvar la vida del
ser amado. En su momento, el actor y productor, Douglas Fairbanks (también
conocido como el primer presentador de los Premios Óscar en el 1929) compró los
derechos de La muerte cansada en
Estados Unidos con el objetivo de retrasarla y poder estrenar primero The Thief of Bagdad (1924), de la cual
toma varios efectos especiales y algunos parecidos con la trama de oriente
medio.
El desarrollo de historias en
distintas épocas y culturas invita a recordar Intolerance (1916) de David Wark Griffith, aunque sin el montaje paralelo y en este caso tratando el tema del
amor que conduce a la muerte. Aunque la verdadera novedad es la temática
transaccional entre la muerte y el ser humano, con la personificación de esta
condición antes incluso de El séptimo sello
(Ingmar Bergman 1957). En cuanto a la pregunta de si el amor puede vencer a la
muerte, Lang da una respuesta con matices, sin contarles el final de la
película, se puede decir que el mensaje es que nada vence a la muerte, ni
siquiera el amor, pero este puede llegar a sobrevivirla.
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