28/3/16

No (Pablo Larraín 2012)

Las viejas nuevas tecnologías al servicio de cínicos publicistas

Por Jorge Le Brun


La persuasión es un propósito; consciente o inconsciente busca formar, reforzar, cambiar actitudes, percepciones o conductas de alguna o varias personas, todo efectuado por otro individuo o grupo, aunque, si nos ponemos a pensarlo, en realidad toda comunicación es implícitamente un método de persuasión, pues está siempre crea un efecto en su receptor; quizá sea mejor decir que la persuasión tiene implícita una planificación y resultados conductuales que rendir, por darle alguna distinción de la pura comunicación, y hasta de eso tengo mis dudas.

Fue Cicerón (65 A.C.) quién dijo “la comunicación política consistía entonces en la representación simbólica de la política”, y antes Aristóteles nos había hablado sobre el hombre como “animal político”; no es de extrañar que suene risible que alguien en ese ambiente se nombre como un “no político” cuando lo es totalmente en el momento de ejercer. Si bien las cosas son así, el campo práctico de la comunicación política no es exclusivo del estudio del proceso de comunicación en sí; al día de hoy el segundo sistema en que esta se articula pasa por la mercadotecnia y la publicidad, disciplinas que si bien cubren un aspecto en la comunicación gubernamental, han tomado casi en su totalidad a la comunicación de las campañas electorales.

Se puede entender la formación de estas dicotomías con solo ver la evolución de la comunicación en los países latinoamericanos de los 80s a la actualidad. El cambio gradual se fue dando en los gobiernos con modelo propagandístico cuyo régimen se caracterizaba por un partido único al modelo de mercadotecnia utilizada en Estados Unidos principalmente, que está basado en métodos de persuasión. Esta transformación fue un acelere de la globalización y las relaciones diplomáticas a las que se vieron inmiscuidas estas naciones. Fue este cambio de contexto el que forzó al gobernante Augusto Pinochet a competir contra un nuevo sistema de comunicación en el plebiscito de 1988 y también a reconocer los resultados. Por primera vez en Chile, se realizaron franjas televisivas para ambas posiciones políticas; la del régimen militar y la de los partidos de oposición. A un mes del referéndum, el lunes 5 de septiembre a las 23:00, aparecieron los primeros spots de 15 minutos cada uno; la franja televisiva fue emitida hasta el 30 de septiembre. Fue en manos del director Pablo Larraín que el No tomado en aquella ocasión llega a “la pantalla grande”.




Larraín es sin duda uno de los directores más interesantes en Latinoamérica, con No el chileno termina su “trilogía sobre el pasado chileno” que tuvo antes a Tony Manero (2008) y Post mortem (2010). Este trabajo, que ganó el premio de la academia a mejor película extranjera no solo está basado en el contexto de lo sucedido en 1988; tiene como principal inspiración una obra del escritor Antonio Skármeta; se trata de la pieza teatral “Plebiscito”, un monologo teatral que no ha sido escenificado. Skármeta, es un apasionado del séptimo arte y ha escrito varios guiones en consiguiente, pero son las adaptaciones de su obra las que han tenido un mayor impacto, siendo conocido como el hombre que imaginó una amistad cursi entre Pablo Neruda y su cartero que fue adaptada por Michael Radford (Il Postino 1994) y por supuesto, por No (2012) negar su trabajo a Pablo Larraín y que convirtió en guion Pedro Peirano.



El plebiscito de 1988 fue un referéndum que se llevó a cabo para decidir si Augusto Pinochet permanecería ocho años más en el poder o se convocaría a elecciones cuando este terminara su periodo de mandato. El comité de partidos que representaba la opción del No empieza su estrategia, y el político José Tomás Urrutia (Luis Gnecco) busca la consulta del publicista René Saavedra (Gael García). Al revisar el material y hacer nota de sus debilidades, Saavedra propone una campaña distinta a la denuncia, un enfoque en donde el sentimiento “abstracto” de la alegría sería la bandera arcoíris ( y artistas nacionales e internacionales) que ayudaría a que la gente anestesiara sus miedos a llevar a cabo la votación en contra de un brutal régimen militar y sobre todo el posible sin sentido de esa votación al no tener garantías de que tanta libertad tendrían, después de todo “nada es más alegre que la alegría”. La propaganda del régimen se está viendo derrotada por los corrosivos jingles publicitarios; en los spots lo más importante es la parte auditiva para lograr un mayor grado de proxemia, es decir, la identificación de las personas con “objeto” determinado, en este caso, la apropiación de un mensaje. Mientras todo esto sucede, “Lucho” Guzmán, el jefe de la agencia publicitaria donde trabaja René, sube escalones y toma la dirección de la campaña del Sí.



























La película aun tratando de un contexto político, no utiliza como protagonistas a los estadistas, centrándose en otros personajes, como la interpretado del mexicano Gael García, como un ingenioso y cínico publicista divorciado que aun teniendo en su pasado vínculos con la oposición, no hubiera imaginar su destino en la política, teniendo como desafío no solo la campaña del Sí, también el escepticismo y rechazo de muchos de los integrantes de la franja del No a sus métodos, y por supuesto, la intimidación del régimen de la dictadura militar. Destaca entre otros el personaje de “Lucho”, interpretado por Alfredo Castro, un frío y pragmático publicista, rival, socio, enemigo, competidor, amigo y protector de René que trabaja a favor de que Pinochet durara unos años más en el poder. El cinismo de René y Lucho es incuestionable, los dos atraído con este desafío de mercadeo, no por una lucha épica, sino solo curricular; el artífice del No tampoco cree en ningún momento que va a llegar la alegría que tanto predica su slogan y su posible victoria. El filme es un relato de ficción que se reúne con el material de archivo.

El U-matic creado en 1969 es el primer formato de videocasete que se comercializó; fue durante varios años el formato favorito de la televisión noticiosa, y aunque cambiado en los 80s en es Estados Unidos, tuvo algunos años más de vida en el resto del continente. El trabajo se filmó en el soporte de video U-matic 3/4 de ancho y se combinó con escenas que realmente se filmaron en la televisión chilena de la época, como los spots y noticieros, de forma que se consiguió una sola textura y colores bastante vintage; un juego de cámaras con participación de actores reales y con un toque del transcurrir del tiempo, uno que como los buenos vinos ha mejorado con el paso de los años. El trabajo de sonido es falto de consistencia, pero es interesante que los personajes pareciera que están en permanente susurro.

En No la democracia es vendida como un producto, las figuras políticas de la oposición buscaban utilizar su franja para recordar las atrocidades, asesinatos y desapariciones; eso no era suficiente, la frivolidad en cambio sí lo era. Película colorida por su revolucionaria forma de relatarse a sí misma, con un personaje y un tratamiento apolítico de un suceso político. Saavedra es un símbolo del hombre de las democracias modernas, un hombre ambiguo, buscador de la trivialidad, éxito profesional y lleno de contradicciones. Larraín plantea ciertas preguntas ¿Hasta qué punto influyen los medios a determinado segmento? ¿El fin justifica a esos medios y la frivolización de la campaña? Todo esto en un contexto moderno en donde un anuncio que llame a la participación ciudadana ya no tiene distinción con un anuncio de tu refresco favorito. 


22/3/16

Harsh Times (David Ayer 2005)

Real slim shady ex-marine

Por Jorge Le Brun


Hablando de la euforia por el cine de superhéroes de cómic que no ha hecho más que empezar, llama la atención que sea lanzada a adaptarse  una de las tramas menos conocidas pero en crecimiento en el mundo de las historietas, hablo precisamente de Suicide Squad (2016); historia que relata las misiones especiales a las que son inmiscuidos los enemigos de los superhéroes en la búsqueda de una amnistía gubernamental (Estados Unidos como siempre la policía del mundo y embajada intergaláctico). La cuestión es que el director del dichoso filme no es ni Bryan Singer, ni Zack Snyder; se trata de un personaje que tiene su historial en otro género; se trata de David Ayer.

David Ayer es un artista del género policiaco; toda su obra está en esa vertiente. Su trayectoria está principalmente relacionada con la redacción de guiones en donde están sus trabajos más conocidos, como lo son Training days (Antoine Fuqua 2001), Dark Blue (Ron Shelton 2002), S.W.A.T. (Clark Johnson 2003), entre otros. Sus historias (tanto como guionista como director) giran en torno al lado oscuro de la zona de South Central en la ciudad de Los Angeles, y en su experiencia como infante de marina; ambientes oscuros y un retrato criminal de distintos grupos étnicos, en donde el chicano o criminal latino es indispensable para describir la fauna, al igual que el militar y el policía corrupto que son otras constantes de su trabajo. Fue hasta 2005 que volvió a reciclar sus obsesiones pero para su primer largometraje como director, Harsh Time, historia en la que Ayer prescinde del habitual contraste héroe/villano (policía/criminal) y se centra en la lucha de dos amigos por encauzar sus vidas después de un pasado turbulento.


Una particular visión de los bajos fondos de Los Angeles que puede sorprender por su aparente simplicidad; un guion escrito por Ayer antes de cumplir 25 años de edad, cuando tenía aún frescas sus memorias de los barrios marginales de la ciudad. En sus palabras “Estas calles han destrozado muchos corazones y muchas esperanzas, y se han cobrado muchas vidas. No obstante, a través de sus vivencias, otros se han hecho más fuertes. ¿Qué es lo que les hace diferentes? Suelen ser sus decisiones”. Ayer tuvo la decisión de escribir, producir y dirigir su película al día de hoy (mal chiste), el público tomó la decisión de verla, todos tomaron la decisión de aplaudir la interpretación de Christian Bale, los de rotten tomatoes decidieron calificarla con un 48% de comentarios positivos y en IMDb la califican con 7/10; las decisiones hacen la diferencia entre sus facetas, de este dramático y arrítmico trabajo.

La historia empieza con dos amigos del barrio, el vago Mike Alonzo (Freddy Rodriguez) quien vive con su novia, Sylvia (Eva Longoria) y el problemático Jim Davis (Christian Bale) un ex soldado de la guerra de Irak; los dos pasan todo el día en la ardua tarea de no hacer nada, meterse en problemas o la titánica tarea de drogarse o emborracharse, esto cambia cuando Jim hace un examen para entrar a la policía, con la esperanza de ser uno muy corrupto y también de poder traer a su lado a su novia mexicana. El autentico problema es que mientras están en sus andadas los síntomas del trastorno de estrés postraumático de Jim van deteriorando su cordura, convirtiéndolo en una bomba de tiempo.

La construcción de los personajes es de los elementos fuertes, Bale como Jim es una especie de Eminem de regreso de la guerra con un carácter asido y violento, maniático y con facilidad para usar armas, golpear personas y drogarse constantemente, cuya mente se va deteriorando por la guerra que trae consigo desde su pasado militar. Por el contrario su complemento, Mike (Rodriguez) es un individuo que no fue consumido por su duro contexto y con mucho potencial para salir adelante si no fuera tan holgazán e influenciable a las conductas antisociales de Jim. Sylvia es el personaje que choca con el mundo de los protagonistas, por un lado es la que detesta y desconfía de Jim mientras mantiene a Mike económicamente y constantemente lo hostiga para que consiga trabajo y deje sus malos hábitos. El resto de los personajes solo armonizan la andada de los protagonistas y es de notar Marta (Tammy Trull), la inocente mujer que espera al inestable ex – militar del lado sur de la frontera.























La música del filme fue responsabilidad del neozelandés Graeme Revell que hizo una selección de la música acorde al contexto del barrio y sus habitantes latinos, donde el hip hop de Delinquent habits y Los tigres del norte comparten vivencias. El director recurre al ya deteriorado tópico de montaje rápido, efectos de zoom y “sonido extraños” en su pretensión de crear tensión en los momentos más altos. Sin duda en los tiempos muertos surgen fortalezas; lo mejor del filme está en el lucimiento de sus personajes. También se ve nuevamente el intento de potenciar el contraste entre la vida de los chicanos y la de los hombres blancos; confrontación que va más allá de lo visual, al incluirse en su banda sonora el soul pegadizo de Four tops contra los narcocorridos.


























Para algunos una película irregular, para otros una historia atípica para una policiaca, en donde los pensamientos y sentimientos de los personajes se revuelven de forma homogénea con la violencia y corrupción de las calles de L.A. Harsh time es un reflejo del mundo en el que se sumergía, con una fresca y angustiante guerra en medio oriente, una idea patética sobre la sociedad mexicana y un multiculturalismo aún sin terminar debido a las paranoias de las distintas partes y los prejuicios que llevan consigo; algo que ni la amistad de 2 amigos puede resolver.


16/3/16

La Muerte Cansada (Fritz Lang 1921)

Cuando la muerte sopla la vela

Por Jorge Le Brun


“Yo voy a ser cineasta”
- Luis Buñuel al ver La muerte cansada

El Gabinete del Dr, Caligari será la obra capital del cine expresionista alemán, pero de entre sus artistas, destacan de ese movimiento las obras del romántico Friedrich Wilhelm Murnau y el señor de las tinieblas, Fritz Lang. Quizá el más subestimado de los 2 (depende como vean el vaso), pero sin duda de una interesante vida, desde su paso por la primera guerra mundial, sus sueños durante la convalecencia cuando se encontraba herido, su posterior entrada al mundo del cine y por supuesto, su huida de Alemania ante la avanzada nazis y el abandono de su esposa que era simpatizante del régimen que él aborrecía y había quitado de las salas de cine El testamento del Dr. Mabuse (1933) por veto del ministro de propaganda, Joseph Goebbels. Luis Buñuel es la prueba de la grandeza de Lang y su aporte al lenguaje cinematográfico, no solo durante el expresionismo, sino también en el cine negro que construyó en su etapa americana.  

La octava película de Lang, Las tres velas (nombre que le pusieron en Francia) o La muerte cansada (traducido del nombre original, Der müde tod) es una película que entra dentro del movimiento expresionista y aunque algo desconocida para el público genérico es bastante apreciada por cineastas, críticos e historiadores del cine. La historia fue escrita por el mismo Lang y su en aquel entonces guionista de cabecera y esposa (antes de hacerse nazi), Thea von Harbou. La historia y temática gira en torno a un predilecto de poetas y cantantes de baladas cursis, sobre la posibilidad del amor de incidir o no; de revertir la muerte ¿Puede el amor vencer a la muerte?


Todo comienza con una pareja de novios que se encuentra de paseo por un pueblo y es seguida por un tipo misterioso de aspecto fatídico al que todos repelen. En un descuido durante su estancia en la posada, la mujer pierde de vista al novio y ya no lo encuentra por ninguna parte; al poco tiempo descubre que el hombre siniestro se lo llevó y se trata de la mismísima muerte. La novia encuentra la forma de contactar con la muerte y llega a sus aposentos; el siniestro ente masculino le revela su malestar con su propio destino; no le gusta su propio trabajo y la incomprensión que tienen sobre él mismo. Accede finalmente a darle una oportunidad a la mujer y le muestra 3 velas; ella tendrá que evitar que una se extinga a cambio de regresarle a su novio; ella tiene que evitar que una vida se extinga. A partir de aquí la historia se divide en tres subtramas en donde la novia hace la respectiva cantidad de viajes: el primero al medio oriente persa, el segundo a la Venecia renacentista y el último a la mágica y antigua China.



Las tres historias son protagonizadas por la pareja de novios en donde la dama destaca como la protagonista de todo el metraje. Su interpretación es llevada por Lil Dagover, que llegó a rodar con Lang en un total de 4 películas y que fuera la protagonista femenina en El Gabinete del Dr. Caligari, entre muchos otros trabajos, destacando como una de las grandes estrellas del cine alemán. Su papel en esta película es el de una heroína trágica que lucha contra el destino al igual que el personaje de la muerte (Bernhard Goetzke) que aborrece el propio significado de su existencia. La interpretación de la muerte es la de un larguirucho hombre de manto negro y una mirada que atraviesa hasta la carne pero dispuesto a permitir a la mujer intentar vencerlo, aun advirtiendo de la imposibilidad de esto; un ángel funesto de cabello canoso.


El ambiente y la arquitectura de la obra es en esencia gótico; los decorados son de lo más fuerte del trabajo, combinando la naturaleza con arquitecturas colosales. Cabe destacar la taberna de pueblo, el palacio del califa, también los decorados italianos y ese pasillo del edificio chino con un pasillo de círculos que asemeja a espiral (o ¿Seré solo yo?), las estatuas de deidades orientales y esa impresionante pared en donde la muerte se recarga y posteriormente la novia ve la marcha de las almas. Aunque sin duda son los aposentos del ente de la defunción,  la estrella principal; un lugar oscuro con un camino iluminado que lleva a un espacio lleno de largas velas que son las vidas de las personas y el fuego es el aliento de esas vidas.

Al contar con los mismos actores de la historia principal como protagonistas en las 3 tramas, hace que los conflictos simbolicen la lucha a través de los años del amor por poder salir adelante contra las adversidades; también el concepto del eterno retorno de Nietzsche en donde los acontecimientos siguen una regla de casualidad donde no sólo son los acontecimientos son los que se repiten, sino también los pensamientos, sentimientos e ideas, vez tras vez. Aquí se trata de una repetición infinita e incansable aunque en este caso es siempre una trágica consecuencia.



La película cuenta con todos los efectos especiales de la época y las innovaciones del mismo Lang, que utiliza más entintados que el sepia y el azulado, como el rojo para simbolizar el incendio. Una de las escenas a destacar es cuando la muerte - para explicarle a la novia sobre su función – toma la llama de una vela de forma literal y esta se convierte en un bebe que toma del plano físico. También es digno de destacar la historia que sucede en China, no solo por su trama y logrado visual, pues es aquí donde el director pone lo más impactante; destaca la escena con el pergamino mágico que vuela a voluntad de su amo (el mismo que le hace servil reverencia) y también la aparición de los demonio de fuego convocados para salvar la vida del ser amado. En su momento, el actor y productor, Douglas Fairbanks (también conocido como el primer presentador de los Premios Óscar en el 1929) compró los derechos de La muerte cansada en Estados Unidos con el objetivo de retrasarla y poder estrenar primero The Thief of Bagdad (1924), de la cual toma varios efectos especiales y algunos parecidos con la trama de oriente medio.



El desarrollo de historias en distintas épocas y culturas invita a recordar Intolerance (1916) de David Wark Griffith, aunque sin el montaje  paralelo y en este caso tratando el tema del amor que conduce a la muerte. Aunque la verdadera novedad es la temática transaccional entre la muerte y el ser humano, con la personificación de esta condición antes incluso de El séptimo sello (Ingmar Bergman 1957). En cuanto a la pregunta de si el amor puede vencer a la muerte, Lang da una respuesta con matices, sin contarles el final de la película, se puede decir que el mensaje es que nada vence a la muerte, ni siquiera el amor, pero este puede llegar a sobrevivirla. 




14/3/16

The Elephant Man (David Lynch 1980)


Por Víctor G. Gándara




Joseph Merrick (1862-1890), mejor conocido como el hombre elefante, nació en algún lugar de la Inglaterra victoriana, época de Wilde, Poe (bostoniano, mas de cita merecida), el mismo Bierce, Dickens, Shelley, Wells, Stoker… todos ellos creadores de personajes legendarios y emblemáticos que alguna o varias veces vimos interpretados en el cine o televisión. Si bien, estos gigantes de la literatura ofrecieron personajes peculiares (aunque ficticios), el mundo ha dado personas no necesariamente destacadas en disciplinas populares, pero que por x ó y se irguieron como celebridades y fueron honradas en alguna actividad artística.

Es el caso de Merrick, que, por desgracia o fortuna (viéndolo románticamente), padeció malformaciones que lo llevarían a pasar gran parte de su vida en circos. Y es que, la humillación de quienes le rodeaban, el morbo de la gente y -en determinado momento- la imposibilidad de realizar otras actividades lo obligaron a contactarse con Sam Torr, dueño del circo donde, según el mismo Merrick, fue bien tratado. A diferencia de lo narrado en la película de Lynch. 

 Freddie Jones intepretando una versión muy libre del cirquero y John Hurt como Merrick

Sus días transcurrieron así hasta que, en 1884, un reconocido médico de la época lo visitó (pues había oído hablar de él) e invitó al hospital para analizar sus deformidades. Pero Frederick Treves, el afamado médico, nada pudo hacer para explicar su condición. Tiempo después, Treves se obsesionó con hallarle un hogar a Merrick y logró que, a través de la princesa de Gales, se le otorgara una habitación permanente en el hospital, donde vivió hasta su muerte. 

Se cuenta que a pesar de su tristeza Merrick siempre mantuvo un espíritu de lucha, era un hombre inteligente (aunque al principio se le creía estúpido) y de enorme gentileza.

La historia de Merrick inspiró a David Lynch para su segundo largometraje, convirtiéndose tal vez en su película más convencional, lejos de esa atmósfera onírica que con maestría concibe y que a tantos inquieta, pero sin prescindir de la magia tácita que lo distingue. 

Tras la ópera prima de Lynch, Eraserhead (1977), el productor Mel Brooks quedó tan impresionado que decidió apoyar al director en su segundo trabajo; éste sería The Elephant Man (1980). Engalanada con actores de la talla de John Hurt y Anthony Hopkins.

Merrick (Hurt) y Treves (Hopkins)

The Elephant Man conserva cierta estética de su predecesora, pero no sus perturbados cuadros, ni los silencios desquiciantes. Estamos ante un drama bello y conmovedor cuyo propósito es logrado sin abusar de la tragedia o el melodrama. Goza de una banda sonora más que oportuna (enigmática, sutil) a cuenta de John Morris. Y fue John Hurt quien inmortalizó a Merrick para el cine. Por su parte, Anthony Hopkins -con la soberbia elegancia de siempre- caracterizó al doctor Treves. Cabe decir que las actuaciones son puntuales y creíbles, tanto de éstos como del resto del cast: Anne Bancroft (Madge Kendal, célebre actriz de la época), Hannah Gordon (Señora Treves), entre otros.

Señora Treves (Hannah Gordon) acompañando a Merrick

Bytes, el hipotético cirquero (Freddie Jones)

El preludio del film muestra cómo una mujer es atacada por un elefante, ésta sería la madre de Merrick, quien moriría cuando Joseph era apenas un crío, dejándolo a expensas de un mundo cruel. El personaje en cuestión le guarda un gran aprecio a su madre y conserva su fotografía (que siempre lleva consigo), pues fue la única que le demostró amor en su infancia. 

Salvo algunos detalles The Elephant Man es fiel a la vida de quien la inspiró (entendiendo que la narrativa del cine a veces requiere de ciertas fórmulas, muy a pesar del dadaísmo Lynchiano). Un ejemplo claro de esto es cuando Treves (Hopkins) rescata a Merrick (Hurt) del maltrato que vivía en el circo, siendo que el Merrick real recibió buen trato, según sus propias palabras. Además, Merrick y la actriz Madge Kendal nunca se conocieron personalmente, como muestra la película, sino que se comunicaban por correspondencia. Pero los puntos esenciales de su vida están en el film de Lynch. 

Así, Hurt encarna a la perfección a un hombre sensible y de personalidad encantadora, a la vez que culto y aficionado por las artes.

Aunque el espectador logra empatizar fácilmente con el personaje principal, la historia es un claro ejemplo de la condición humana, el cómo nuestros parámetros estéticos suelen influir en las relaciones sociales o la percepción hacia los demás. Es sobre todo es una historia de amistad. La película cuenta con elementos suficientes para atrapar incluso a quienes no gustan del estilo habitual de Lynch. Y quiero hacer una mención honorífica para el Adagio de Samuel Barber, que engalana el final del largometraje.

Una historia de amistad
La película valió ocho nominaciones al oscar, incluyendo mejor película, mejor director y mejor actor (para John Hurt), aunque no obtuvo ninguno. Asimismo, el increíble trabajo de maquillaje fue hecho a partir de un molde del cuerpo de Merrick. Se cuenta que el resultado fue tan asombroso que marcó pauta para la creación del premio a mejor maquillaje en el certamen de la academia.  

The Elephant Man es una película que recomiendo ver no sólo como referente biográfico de Joseph Merrick (considerando, claro, sus variaciones), sino también como un ejercicio obligado de todo aquel que guste del cine. Además de representar un fascinante viaje a los inicios de Lynch.   

El verdadero Joseph Merrick





The Indian In The Cupboard (Frank Oz 1995)

Tira flechas de juguete

Por Jorge Le Brun


Cuando era niño y me atiborraba de películas en los fines de semana, no fueron pocas veces cuando veía en los anuncios de los VHS o en anuncios televisivos ciertas películas que llamaban bastante mi atención y tenía la sensación que era el único que no las había visto. Esta sensación se fue afianzando con el tiempo cuando definitivamente seguía sin verlas y aunque muy infantiles no dejaban de sacudir el espíritu del curioso. Matilda (Danny DeVito 1996) fue una de estas; la vi un domingo en la mañana a mis 17 años un día que “pasaba por ahí”. Al menos de esa tenía el nombre había otra que solo identificaba por una curiosa escena con juguetes convertidos en seres vivos en miniatura combatiendo entre si encima de un pequeño armario de madera. Cuando llegué a mis 19 años supe que era La llave mágica la respuesta.

Los objetos inanimados cobrando vida son un tema muy popular desde la literatura al cine. La prosopopeya o “personificación” es la “figura retórica de pensamiento que consiste en atribuir a los seres inanimados o abstractos características y cualidades propias de los seres animados, o a los seres irracionales actitudes propias de los seres racionales o en hacer hablar a personas muertas o ausentes”. Alguien se la tomó de forma literal en algún momento y expandió las posibilidades; de los surrealistas a Toy Story han pasado muchas cosas e incluso hasta las ideas se han “antropomorfizado” (Inside Out 2015); directores como Jean Cocteau, Victor Fleming (el hombre de hojalata de El mago de Oz), Jan Švankmajer, John De Bello, David Lynch, John Lasseter, Joe Dante, entre muchos otros; algunos grandes, otros desconocidos y otros ridículos, han vuelto de los objetos más humanos que nosotros mismos, y en esta ocasión hablaremos de un trabajo del maestro Yoda (era la voz y el marionetista), el señor Frank Oz.




Ex titiritero de los muppets, y con una filmografía donde hay comedia y fantasía principalmente, no cuesta creer que Oz sea el director de este filme. La historia está basada en una novela infantil de nombre The Indian in the Cupboard (¡válgame la redundancia!) escrita por Lynne Reid Banks, un libro con cuatro secuelas. Acompañado todo de la musicalización hecha de la mano de Randy Edelman (una imposición de los productores ante los deseos de Oz). La idea era hacer la película de cada uno de los 5 libros y crear una franquicia en torno a la temática; algo en aquel entonces novedoso (y logrado tiempo después por el niño ingles que descubre que es mago y va a una escuela de hechiceros). La película fue un sensacional fracaso en taquilla y el proyecto se vino abajo; no hubo más que un indio en el armario al final de cuentas.

La historia comienza cuando Omri (Hal Scardino) cumple nueve años de edad y comienza a recibir regalos. De su amigo, el hindú Patrick (Rishi Bhat), recibe la figura de plástico de un nativo americano, y en su casa destaca lo menos común: un armario de parte de su hermano, Gillon (Vincent Kartheiser) y una llave de la coleccionista compulsiva de su madre (Lindsay Crouse) que se la dio de entre su colección para que tuviera sentido el regalo del mueble. Que sorpresa de lleva el niño cuando al probarlo con su figura del indio, esta se convierte en un pequeño ser vivo en miniatura con recuerdos y una vida propia, asustado por encontrarse con un gigantesco hombre blanco paternalista e infantil. Omri entiende rápidamente los poderes mágicos de la llave y el armario, entiende como animar y desanimar las figuras de su propiedad, pero más importante e inquietante, descubre que trae seres vivos de verdad a sus representaciones de plástico, y estos viven y mueren por consiguiente. El niño tiene una dura tarea al decidir cuidar de auténticas personas que en realidad son adultos, como también hace al dar vida un vaquero de juguete.




El personaje de Omri destaca como un niño bastante maduro para su edad, de pocas palabras pero profundamente meloso que escribe todo lo que pasa y lo relata en clases cual cursi de abolengo (en su caso clasemediero). Es este niño blanco paternal quien cuida sin tener que hacerlo de sus adultos en miniatura, hasta que comprende con que está jugando, a diferencia de su amigo Patrick que solo quiere a su vaquero real.

Omri aprende mucho del pueblo iroqués, que surgió alrededor de la región de los grandes lagos, inicialmente en el sur de Ontario, y por su condición de nómadas llegaron al noreste de los Estados Unidos de gringolandia. El conjunto de estos pueblos constituyen la más antigua democracia participativa de América, y tuvo una influencia directa tanto en la democracia y el constitucionalismo, como en la idea de la igualdad de mujeres y hombres en la sociedad moderna. En especial Benjamín Franklin, quien tuvo trato directo con ellos en 1753, destacó en sus obras que el grado de autonomía individual que gozaban los habitantes de la confederación era desconocido en Europa y publicó los tratados indios, considerada como una de sus obras más importantes. Todo esto es el contexto para el personaje de Little Bear, quien perteneciente a esta tribu extraña su habitad y recuerda con ironía que él estaba tutelando a su sobrino antes de terminar tutelado como la miniatura de un niño gigante al que confunde con un gran espíritu. Little Bear (interpretado por el “único” indio en el cine noventero, Litefoot) se va haciendo a la idea de su nueva vida pero siempre con añoranza a lo que él en verdad es; es sin duda quien presenta mayor evolución incluso aceptado a un vaquero llorón (David Keith) como amigo.


Pueblo iroqués
La película no es una gran revelación, ni mucho menos grande en su género, pero entiende perfectamente como el cuarto de un niño es un lugar de grandes aventuras cuando ves las formas como algo más; edificios, rascacielos, etc. Las aventuras se dan hasta con roedores mascotas como monstruos gigantescos y peligrosos; donde ocurren piezas literarias y cinematográficas. Finalmente tuvo una escena que esta inmortalizada en el colectivo, incluso para quienes ni sepan cómo se llama este filme, una escena de unos segundos que resume todo; los juguetes toman vida y puedes gozar de ver a Darth Vader contra el T-Rex en la parte de arriba del armario. 



11/3/16

Star Wars: Episode V - The Empire Strikes Back (Irvin Kershner 1980)

Emperadores rellenos de poder

Por Jorge Le Brun


En diciembre del 2015 se reanudo la saga fílmica de Star Wars en manos ahora de la poderosa empresa del ratón mafioso. Por supuesto, pensaba en hacer un trabajo oportunista sobre el asunto con otra película de la saga pero mis respectivos tiempos me dificultaron proseguir y hasta el momento en que lean esto es cuando da a luz el escrito. Por un lado aprovecho a alejarme de la euforia – tanto de los fans como de los detractores – para ver con los ojos de la distancia de forma más “objetiva” el fenómeno (a si me engaño a mí mismo) y por eso mejor escribo sobre el episodio V: El imperio contraataca.

La saga de Star Wars es perteneciente al género narrativo de las space opera que se distingue entre la ciencia ficción tradicional (especulativa científicamente pero basada en posibilidades) en que relata historias acerca de aventuras épicas o historias romántica que en la mayor parte de los casos tienen lugar en el espacio en un contexto tecnológico. Según dios Wikipedia “Los personajes suelen pertenecer al arquetipo héroe-villano, y los argumentos típicos tratan sobre viajes estelares, batallas heroicas, imperios galácticos, exhibiendo vistosos logros tecnológicos”. Este género es un producto de las revistas pulp empezadas los años 20s que son tomadas junto al contexto intergaláctico, al género western y a las narraciones victorianas sobre aventuras en viajes a África como las novelas de  del personaje Allan Quatermain. Es un género donde los viejos temas, géneros y dramas son vistos “a través de las estrellas”; no trata de ser verosímil con la realidad de los avances tecnológicos en la mayoría de los casos, en el caso de Star Wars es solo una hazaña que llega a su momento más alto en su segunda película, considerada por la crítica como la mejor de todas las que se han hecho.























El creador de este asunto, George Lucas, solo pensaba en hacer una película cuando, naturalmente (también ayudo este $) se dio cuenta que tenía todo un universo por crear y daba para mucho más que una sola película ($$$). Después del éxito que tuvo con el primer episodio de la franquicia, pensaba en hacer algo parecido al 007 y que diferentes directores dieran su particular estilo y narrativa avanzada la cantidad de filmes. Después y reunido con la guionista Leigh Brackett trabajaron en lo que sería la secuela directa del ya mencionado trabajo anterior; para aquel entonces, Lucas ya tenía decidido que estaba trabajando una trilogía en la historia intermedia y que haría una trilogía precuela y una con lo que sucede después (Disney wins!). Brackett fallece al terminar el primer borrador en 1978 y fue el creador de Star Wars quien le daría un toque final, bueno, con ayuda de Lawrence Kasdan; juntos colocaron dos detalles importantes que mencionaré más adelante.



Lucas se lanzó a la aventura de ser su propio productor y es aquí donde entra en juego el director Irvin Kershner que no tenía película reconocida hasta la fecha pero que en sus palabras vio elementos de los mitos judíos en el guion con el que trabajó. Norman Reynolds (en escenarios) y Stuart Freeborn (marionetas) fueron los artífices del diseño. Se usó también el chroma, el stop motion junto a paisajes naturales en Noruega.

La historia empieza tiempo después de la primera, con el jovenazo Luke Skywalker (Mark Hamill) explorando el mundo nevado del planeta Hoth y esperando la señal para empezar su entrenamiento como jedi. Después de que el espíritu-holograma de su fallecido maestro Obi-Wan Kenobi alias el Ben (Alec Guinness) le diera la señal, la base de los rebeldes es atacada por el ejército imperial, que barre con todo oponente con su armada. Han Solo (Harrison Ford), la princesa Leia (Carrie Fisher), el wookie Chewbacca (Peter Mayhew) y el droides, C-3PO (Anthony Daniels) vuelan al espacio y buscan la forma de escapar de los radares del imperio; el rubio Luke se va con el adorable ($) R2-D2 en la búsqueda del último maestro jedi quien le enseñará los caminos de la fuerza. Todos son perseguidos por Darth Vader (David Prowse y voz de James Earl Jones) quien esta encomendado tras una charla con el emperador a convertir a Lucas al lado oscuro y para eso tiene un secreto a revelar.

















La mancuerna de Irvin Kershner y del director de fotografía Peter Suschitzky (quien terminaría trabajando en varias películas con David Cronenberg) fue la mejor de la primera trilogía, donde el fuerte fue una mejor dirección de actores y un mejor juego con el iluminado donde predomina la temperatura en blanco. La música (como en todas las películas) es llevada de la mano de John Williams y su orquesta que compone temas ya tan arraigados en la cultura pop como la “imperial march”.

Sin duda el personaje que se lleva el filme es Darth Vader, considerado como uno de los villanos más importantes hecho en las épicas hollywoodenses. Un asmático y gigantesco cyborg, cruel hasta la medula y comandante militar de las fuerzas imperiales que mata sin piedad con sus poderes telequinéticos a sus subordinados ante el menor de los errores. Una de tantas escenas donde destaca esta característica es cuando uno de sus oficiales va a disculparse ante él por el escape del halcón milenario (nave espacial rebelde); Vader lo estrangula (como es habitual) y cuando yace muerto en el suelo dice “Disculpa aceptada, Capitán Needa”. También destacan por supuesto las interpretaciones de Harrison Ford como el temerario Han Solo, quien tiene que llevar a lugar seguro a su tripulación, llevar más lejos su tención sexual con la princesa Leia y lidiar con su amigo Lando Calrissian (Billy Dee Williams), el único negro en la galaxia y personaje que inspira poca confianza por su disposición a negociar con quien sea; y finalmente la voz del maestro jedi Yoda (Frank Oz), inmortalizado como uno de los maniquíes más famosos de la historia; y como el único ser viviente que habla con la estructura del latín en distintos idiomas (dice las cosas al revés).



Las dos escenas a rescatar mencionadas con anterioridad tienen a Darth Vader a cuadro. La primera es un comunicado holográfico entre Vader y el emperador, interpretado originalmente por Clive Revill y que tenía antepuesta la imagen de un chimpancé para darle un toque misterioso a su acento neozelandés. La escena es importante porque definió parte del universo en donde ocurría la historia; George Lucas pensaba en un principio construir el imperio como una dinastía en la que ya habían pasado una fila de tiranos con una línea sanguínea y al más puro estilo del comic de flash Gordon, pero conforme evolucionó su idea sobre Vader, pensó que necesitaba un demonio que lo llevara primeramente al “lado oscuro” (reverso tenebroso o como le quieran decir). El papel del emperador y maestro de la oscuridad fue inmortalizado posteriormente por el actor shakesperiano, Ian McDiarmid y conforme a Lucas le dio la fiebre de sus reediciones (algunas buenas, muchas otras necias) fue borrándose de la escena la primera versión del emperador.


El emperador. A la izquierda está la interpretación de 1980 de Clive Revill y a la derecha la reedición con Ian McDiarmind.

La otra escena que quedó en el guion final es una de las más inmortales de la cultura de masas. Darth Vader tiene un duelo con espadas láser con el beatle Luke Skywalker; en una de las escenas donde más destaca el mencionado trabajo de la fotografía, lleno de sombras y reflejos rojizos y azules. Después de que el villano somete al héroe (raro en la época) al cortarle la mano y este está en un vació agonizando, Vader lo invita a unirse a él y juntos conquistar la galaxia, y finalmente le revela que es su padre biológico. Luke se lanza al vació y deja todo a la fatalidad que en este caso le sonríe. Toda la película hizo un camino por distintas peripecias y tiene esta revelación como el fin de sus esperanzas. La historia termina con esta revelación que demuestra el destino que inevitablemente enfrentará; al padre que inevitablemente enfrentará; navidad para Freud.





















La película dejó muy alto el estandarte para su sucesora, que para muchos no llegó al mismo nivel. El viaje por lugares de invierno perpetuo, pantanos místicos, asteroides con gusanos gigantes, ciudades suspendidas en las nubes y el espacio sideral a velocidad luz están en el colectivo de la fanaticada de una de las franquicias cinematográficas más importantes. La segunda parte lleva tras de sí el tono trágico de la historia, donde se pone en evidencia que no hay decisiones para tomar; es la gran tragedia del cine de su  género.