Crimen y castigo...y guerra
Por Jorge Le Brun
Al día de hoy se insiste en
comparar el suceso de la masacre de Nankín con los crímenes de guerra nazi con
judíos y gitanos; principalmente los de Auschwitz. No lo sé, suficiente
diferencias hay en los grupos étnicos, naciones e historias de las mismas en
cada uno de los sucesos. Sin embargo, hay ciertos paralelismos y entre ellos
están en que los tiempos de la Alemania nazi y el Imperio Japonés eran los mismos,
cuando las dos naciones fueron aliadas junto a Italia para conformar el eje;
todo ocurrido en el marco de la segunda guerra mundial.
Durante la guerra
chino-japonesa, el ejército japonés se trasladó tras capturar Shanghái en
octubre de 1937, y sitiaron Nankín tras una cruenta batalla, el 13 de diciembre
del mismo año. Los comandantes chinos habían huido de la ciudad antes de la
invasión nipona, dejando a soldados a su suerte. Muchos soldados se quitaron el
uniforme y se fueron a una la zona de seguridad preparada por los extranjeros
de Nankín; considerados civiles neutrales en el conflicto. Lo que ocurrió
después de la entrada del ejército japonés en la ciudad de Nankín es y ha sido
la base de la más importante tensión política entre China y Japón hasta el día
de hoy; donde se han sumado los que hacen propaganda en torno a la desgracia y
los revisionistas y negacionistas que la minimizan; nada nuevo para mí que veo
todo en negro o gris oscuro, pero la propuesta del director Zhang Yimou me
parece más bien entre blanco y negro.
Las Flores de la Guerra de Zhang Yimou es
una película basada principalmente en una novela titulada Las 13 mujeres de Nankín de la escritora Geling Yan. Trabajo donde
lo mejor y lo peor del hombre es visto a tambor de una cruenta guerra entre
naciones donde siempre son los de que no tienen vela en el entierro los perjudicados
principales. Se trata de la historia en la que un grupo de prostitutas, un
americano y un monaguillo ponen la gallardía (siempre quise tener una excusa
para usar esa palabra) cual Oskar Schindlers en tierras asiáticas pero poniendo
sus vidas en juego por la supervivencia de unas jóvenes.
La historia empieza con el
siempre infaltable (en producciones que buscan mercado internacional) angloparlante
interpretado por el batman galés, Christian Bale, como un maquillador de cadáveres
contratado para hacer uno de sus “milagros” preparando al párroco de una
iglesia católica de Nankín recientemente asesinado de forma accidental por
bombardeos japoneses contra la ciudad. Para cuando llega al entierro de dio
cuenta que no podía hacer su trabajo sin un cuerpo del cual las bombas no dejaron
nada. El convento es presidido (o al menos lo intenta) por el joven discípulo
del difunto clérigo, y en el viven un grupo alumnas del convento, abandonadas a
su suerte o sin padres o con posibilidad de ayudarlas a lo que a los días llega
un grupo de las míticas prostitutas, encabezadas por la elegante y sobrenatural
Yu Mo (Ni Ni). Ante la desgarradora guerra, el desamparo de las niñas y un
asalto con intento de violación al convento por parte de las fuerzas japonesas;
el maquillista toma el manto de padre e idea un plan junto a Yu Mo para escapar
de Nankín y llegar a un lugar seguro.
El metraje es llevado por Shu
Juan (Zhang Xinyi) la líder de las estudiantes del convento y una narradora
testigo que también funge como co-protagonista de la historia junto a John Miller
(Christian Bale) y Yu Mo. La conjunción trágica, es un elemento principal y el
patriotero súper letal mayor Li (Tong Dawei) la lleva hasta las últimas
consecuencias, siendo el único soldado que no se ha quitado el uniforme en el sitio
de Nankín. El personaje de Yu Mo es el de una seductora y casi mítica dama
cortesana con negros recuerdos de su vida y Miller es un borracho, sínico, avaricioso
que en un momento descubre que siente culpa y se pone el hábito del cura con la
esperanza de redimirse salvando a las niñas; un Oskar Schindler sin dinero y
sin encanto; el chantajismo de Spielberg también está metido en este trabajo, que
busca exaltar sentimientos; lo mejor y lo peor del hombre; conmover y lamentar.
John y las prostitutas buscan redimirse salvando lo poco inocente del infierno
en el que están.
Graciela Mazon fue la
diseñadora del vestuario el cual es deslumbrante y elegante en muchos aspectos
y conforma una parte importante del universo simbólico, en especial la
vestimenta de Yu Mo que comparte algunos colores con la emblemática vitral de
la iglesia; una vidriera que une el mundo de la luz de la salvación con el horror
de la violencia; los personajes que viven en la catedral son los únicos que
pueden verse bañados por ese colorido juego de Luces que viene de lo alto; tan
importante que aún en el plano final de esta película puede verse el vital,
quizá como una metáfora de la entrada al cielo. La música logra una afortunada
simbiosis entre el gregoriano y la melodía china del violín oriental que juega
un papel notable al acompañar la siempre precisa fotografía y juego de colores
de su Yimou, que deja por un lado el rojo y usa principalmente un verde
esmeralda.
Los crímenes de guerra
cometidos durante este episodio incluyen el pillaje, la violación, y la matanza
de civiles y prisioneros de guerra. La primera escena del filme es una dura retrospectiva
de la invasión japonesa con escenas coreografiadas de los soldados chinos sacrificándose
digna de un melodrama operístico; cada soldado cayendo ante las granadas y los
tanques acompañado con el ritmo de la música. No por nada Las Flores de la Guerra es el filme más caro (al día de su estreno)
en la historia del cine Chino; un trabajo que sin ser lo mejor de su director, no
deja de trascender y tener elementos notables.
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