La lechuga es cosa del diablo
Por Jorge Le Brun
No se me ocurre cineasta con
una filmografía más identificable que la de Luis Buñuel, y a la vez con más
matices, muy extensos si se me permite opinar. Uno de los grandes nombres del
movimiento surrealista, con películas como Un
perro andaluz (1929) o La edad de oro
(1930) que mantuvieron bastante entretenidos a los psicoanalistas (otros
que andaban de moda), un refugiado de la guerra civil española que fracasó en
su intento por llegar a Hollywood por la alta intolerancia estadounidense a las
formas distintas de pensar (el comunismo principalmente) y su paranoia a cómo
podrían influir en su modelo económico, lo que dio como resultado las etapas
mexicana y francesa de su filmografía; en la primera está “la carne” de su
trabajo y en la segunda su autocomplacencia intelectual.
Es a Luis Buñuel a quien
suele atribuírsele el “soy ateo, gracias a dios”, frase dicha con humor y
contradictoria como el mismo espíritu de su autor; tremendamente pesimista, irónico
con tendencias a cuestionar las religiones y sobre todo la fe en ellas, y al
mismo tiempo con un gran dilema sobre si el universo fue hecho por obra del azar
o causas-efecto que entendía no podía resolver. Con todo y lo ateo, el más
cristiano de los cineastas, exploró el tema y las posibilidades de aplicar las enseñanzas
de Jesús en la vida real con distintos resultados. En su última película de
producción mexicana, hace la película a mi parecer más peculiar de su ya de por
si distintiva historia fílmica; surrealista, alegórica, histórica, filosófica, satírica
y con una duración de 43 minutos (mediometraje) para resaltarla aún más; con
todo y eso ganó su León de plata del Festival Internacional de Cine de Venecia
(1967).
San Simeón el Estilita nació
en Sisan, Cilicia (hoy territorio de Turquía) en el año 390; se trata de unos
de los santos surgidos en el cristianismo primitivo. Su peculiar penitencia (aparte
de darse azotes cual masoquista) fue el pasar los años de su “productiva vida” en
una pequeña plataforma sobre una columna de considerables metros de altura, la
cual llamaban los griegos stylos (de ahí su apodo). Pasaba todos los días
orando los salmos y demás palabras bíblicas, le causaban molestia las muchas
gentes que venían a visitarle, porque pensaba él que lo apartaban de la oración,
la contemplación y lo acercaban al pecado; tuvo la genial idea de que le
construyeran una columna de tres metros de altura, una cosa llevó a otra y
pidió una de siete metros y finalmente, aún cerca de los pecadores pasó a una
de 17 metros, de la cual se dice que pasó 37 años. Bueno, la influencia del
personaje no pasó desapercibida; con los años en medio orienta surgió la orden
de monjes estilitas que durante el siglo V transcurrieron su vida de oración y
penitencia sobre una plataforma colocada en la cima de una columna permaneciendo
allí según dicen en muchos casos hasta la muerte, práctica que se mantuvo hasta
que se dieran los sismas ortodoxos durante la edad media; el tema perfecto para
la tragicomedia que vislumbró Buñuel estaba ahí.
Plancha metálica que muestra a san Simeón Estilita sobre su columna. La serpiente representa al demonio, tratando de tentarlo (siglo VI, Louvre). |
El proyecto se dio con la
ambición de Silvia Pinal y el dinero de su entonces marido, Gustavo Alatriste,
la idea original era hacer tres historias dirigidas por tres renombrados
directores para hacer una antología. Buñuel ya había hecho su parte; la pareja
de productores fueron a buscar a Federico Fellini y Jules Dassin, los cuales
parecían encantados con la idea pero no con que Pinal protagonizara las tres
historias, y así empezó un poco la ruptura de la relación entre Buñuel y Pinal
y también el inició de las diferencias entre Pinal y Alatriste, bueno, también
el mito de que es una película que quedo a medio realizar (aunque Buñuel
reconoció que si tuvo que cortar escenas), el último hecho en México antes de
dedicarse a lleno a su etapa francesa (la cual en la práctica ya tenía
comenzada).
Simón (interpretado por
Claudio Brook), el hijo del dichoso Simeon, termina una penitencia de 6 años, 6
semanas y 6 días encima de un pilar de ocho metros en el medio del desierto,
orando por la purificación de su espíritu. Ese día una congregación de
sacerdotes y feligreses le ofrecen una columna mucho más grande para continuar
con su “travesía” la cual acepta. A partir de aquí el santo pasa el tiempo
interactuando con las personas y seres que se cruzan en la arena del desierto,
mientras vive de comer solo unas cuantas hojas de lechuga (que le traían algunos
devotos) y de orar, hasta que el mismo diablo (Silvia Pinal) viene a tentarlo
con “sus piernas inocentes”.
Era la tercer colaboración de
Claudio Brook y Silvia Pinal en una película de Buñuel; el primero como un
hombre austero, fanático, que reniega en todo momento el amor por los bienes
materiales y transformándose, estandarte del devoto por excelencia; Simón huye del
mundo y con gran soberbia se pone por encima de este en su fálica columna (y el
tamaño si le importó), no luchando contra el mal como pretende, si no huyendo
de este; aquí Buñuel hace una reflexión sobre la posibilidad y la efectividad
del sacrificio que hace su protagonista.
Simón convive con feligreses
fanáticos, un joven devoto metrosexual (al que no tolera por rasurarse la barba
y andar aseado), un enano que desagradable que parece querer demasiado a su
cabra y que “escucha al diablo rondando por el desierto”, una mujer devota, alucinaciones
(para acabarla), una orden religiosa y un sacerdote poseído por el maligno,
claro y al diablo mismo en una interpretación que te hace preguntare ¿Cómo
Silvia Pinal terminó en Mujer, Casos de
la Vida real? Un satanás que toma de una colegiala vestida de marinera, que
con evidente lujuria tienta a Simón exponiendo sus pechos y “mostrándole la
larga lengua” al pasarla por el rostro del santo (un muy famoso plano medio), y
apareciendo ante él 3 veces más para lograr su cometido de hacerlo caer.
Una crítica en este caso no
sobre la fe si no la forma en que es y ha sido llevaba por muchos de los que se
les considera santidades ¿Servir a un dios apartándose del mundo? ¿Es coherente
criticar la limpieza en los atuendos y al tiempo mudarse de columna a otra
mejor? Película que pudo significar un particular tipo de calvario para su
director, peor de ninguna forma lo apartó del mundo, ni de bizarra fiesta en
discoteca con una banda rock 'n' roll en la que termina el filme.
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