19/1/16

Simón Del Desierto (Luis Buñuel 1965)

La lechuga es cosa del diablo

Por Jorge Le Brun



No se me ocurre cineasta con una filmografía más identificable que la de Luis Buñuel, y a la vez con más matices, muy extensos si se me permite opinar. Uno de los grandes nombres del movimiento surrealista, con películas como Un perro andaluz (1929) o La edad de oro (1930) que mantuvieron bastante entretenidos a los psicoanalistas (otros que andaban de moda), un refugiado de la guerra civil española que fracasó en su intento por llegar a Hollywood por la alta intolerancia estadounidense a las formas distintas de pensar (el comunismo principalmente) y su paranoia a cómo podrían influir en su modelo económico, lo que dio como resultado las etapas mexicana y francesa de su filmografía; en la primera está “la carne” de su trabajo y en la segunda su autocomplacencia intelectual.

Es a Luis Buñuel a quien suele atribuírsele el “soy ateo, gracias a dios”, frase dicha con humor y contradictoria como el mismo espíritu de su autor; tremendamente pesimista, irónico con tendencias a cuestionar las religiones y sobre todo la fe en ellas, y al mismo tiempo con un gran dilema sobre si el universo fue hecho por obra del azar o causas-efecto que entendía no podía resolver. Con todo y lo ateo, el más cristiano de los cineastas, exploró el tema y las posibilidades de aplicar las enseñanzas de Jesús en la vida real con distintos resultados. En su última película de producción mexicana, hace la película a mi parecer más peculiar de su ya de por si distintiva historia fílmica; surrealista, alegórica, histórica, filosófica, satírica y con una duración de 43 minutos (mediometraje) para resaltarla aún más; con todo y eso ganó su León de plata del Festival Internacional de Cine de Venecia (1967).

San Simeón el Estilita nació en Sisan, Cilicia (hoy territorio de Turquía) en el año 390; se trata de unos de los santos surgidos en el cristianismo primitivo. Su peculiar penitencia (aparte de darse azotes cual masoquista) fue el pasar los años de su “productiva vida” en una pequeña plataforma sobre una columna de considerables metros de altura, la cual llamaban los griegos stylos (de ahí su apodo). Pasaba todos los días orando los salmos y demás palabras bíblicas, le causaban molestia las muchas gentes que venían a visitarle, porque pensaba él que lo apartaban de la oración, la contemplación y lo acercaban al pecado; tuvo la genial idea de que le construyeran una columna de tres metros de altura, una cosa llevó a otra y pidió una de siete metros y finalmente, aún cerca de los pecadores pasó a una de 17 metros, de la cual se dice que pasó 37 años. Bueno, la influencia del personaje no pasó desapercibida; con los años en medio orienta surgió la orden de monjes estilitas que durante el siglo V transcurrieron su vida de oración y penitencia sobre una plataforma colocada en la cima de una columna permaneciendo allí según dicen en muchos casos hasta la muerte, práctica que se mantuvo hasta que se dieran los sismas ortodoxos durante la edad media; el tema perfecto para la tragicomedia que vislumbró Buñuel estaba ahí.


Plancha metálica que muestra a san Simeón Estilita sobre su columna. La serpiente representa al demonio, tratando de tentarlo (siglo VI, Louvre).

El proyecto se dio con la ambición de Silvia Pinal y el dinero de su entonces marido, Gustavo Alatriste, la idea original era hacer tres historias dirigidas por tres renombrados directores para hacer una antología. Buñuel ya había hecho su parte; la pareja de productores fueron a buscar a Federico Fellini y Jules Dassin, los cuales parecían encantados con la idea pero no con que Pinal protagonizara las tres historias, y así empezó un poco la ruptura de la relación entre Buñuel y Pinal y también el inició de las diferencias entre Pinal y Alatriste, bueno, también el mito de que es una película que quedo a medio realizar (aunque Buñuel reconoció que si tuvo que cortar escenas), el último hecho en México antes de dedicarse a lleno a su etapa francesa (la cual en la práctica ya tenía comenzada).






























Simón (interpretado por Claudio Brook), el hijo del dichoso Simeon, termina una penitencia de 6 años, 6 semanas y 6 días encima de un pilar de ocho metros en el medio del desierto, orando por la purificación de su espíritu. Ese día una congregación de sacerdotes y feligreses le ofrecen una columna mucho más grande para continuar con su “travesía” la cual acepta. A partir de aquí el santo pasa el tiempo interactuando con las personas y seres que se cruzan en la arena del desierto, mientras vive de comer solo unas cuantas hojas de lechuga (que le traían algunos devotos) y de orar, hasta que el mismo diablo (Silvia Pinal) viene a tentarlo con “sus piernas inocentes”.



Era la tercer colaboración de Claudio Brook y Silvia Pinal en una película de Buñuel; el primero como un hombre austero, fanático, que reniega en todo momento el amor por los bienes materiales y transformándose, estandarte del devoto por excelencia; Simón huye del mundo y con gran soberbia se pone por encima de este en su fálica columna (y el tamaño si le importó), no luchando contra el mal como pretende, si no huyendo de este; aquí Buñuel hace una reflexión sobre la posibilidad y la efectividad del sacrificio que hace su protagonista.

Simón convive con feligreses fanáticos, un joven devoto metrosexual (al que no tolera por rasurarse la barba y andar aseado), un enano que desagradable que parece querer demasiado a su cabra y que “escucha al diablo rondando por el desierto”, una mujer devota, alucinaciones (para acabarla), una orden religiosa y un sacerdote poseído por el maligno, claro y al diablo mismo en una interpretación que te hace preguntare ¿Cómo Silvia Pinal terminó en Mujer, Casos de la Vida real? Un satanás que toma de una colegiala vestida de marinera, que con evidente lujuria tienta a Simón exponiendo sus pechos y “mostrándole la larga lengua” al pasarla por el rostro del santo (un muy famoso plano medio), y apareciendo ante él 3 veces más para lograr su cometido de hacerlo caer.




Una crítica en este caso no sobre la fe si no la forma en que es y ha sido llevaba por muchos de los que se les considera santidades ¿Servir a un dios apartándose del mundo? ¿Es coherente criticar la limpieza en los atuendos y al tiempo mudarse de columna a otra mejor? Película que pudo significar un particular tipo de calvario para su director, peor de ninguna forma lo apartó del mundo, ni de bizarra fiesta en discoteca con una banda rock 'n' roll en la que termina el filme.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Saludos