Picasso boxeador underground
Por Jorge Le Brun
La temática de la prisión es
uno de los favoritos en el cine. Hay temas viejos que parecen nuevos como en Geschlecht in Fesseln - Die Sexualnot der
Gefangenen (William Dieterle 1928) que habla de las necesidades eróticas
que tienen los convictos y como están emanan aunque acaben con las
construcciones heterosexuales de ellos mismos. Las hay que convierten a la
prisión en las entrañas de un terrible monstruo del cual hay que escapar antes
que este te consuma como en Le Trou (Jacques
Becker), Papillon (Franklin J.
Schaffner 1973), Escape from Alcatraz
(Don Siegel 1979), No Escape (Martin
Campbell 1994); están aquellas que nos proponen un cultivo social y un mundo de
oportunidades o cuestiones que denunciar en las prisiones como In the Name of the Father (Jim Sheridan 1993), Blood in, Blood Out (Taylor Hackford 1993), The Shawshank Redemption y The
Green Mile (Frank Darabont 1994 y 1999) o la chusca Big Stan (Rob Schneider) por parar con los ejemplos. Incluso las
series de televisión han quedado cautivadas con las posibilidades de esta
temática, con ejemplos como la clásica Oz
y la querida Prison Break, y con
propuestas para prisiones femeninas (que se remonta sobre todo en el cine
pornográfico) con propuestas como Capadocia y Orange Is the
New Black. Monstruo, ecosistema o lugar de terribles crímenes y denuncias,
no hemos terminado de ver qué más puede darnos este tópico, y dos de mis
películas favoritas al respecto son del mismo año (y son de producción
británica); las dos comparten que están más centradas en un aspecto interior e
individual de sus protagonistas a la necesidad social: la primera de ellas es Hunger (Steve McQueen) de la que prometo
hablar en el futuro; mi tiempo lo ocuparé en este escrito con Bronson (Nicolas Winding Refn).
El real personaje que parece de ficción |
No es difícil de entender la
fascinación del director con el personaje; al día de hoy (aunque menos que en
su estreno) no son pocos los que nombran a este filme como un heredero de La naranja mecánica (Stanley Kubrick
1971) por la forma en que ambas dan un valor estético a la violencia y como
esta hace un dueto con música clásica (aunque creo que el Giuseppe Verdi y el
Richard Wagner de aquí son más ad hoc que el Beethoven de la Naranja). Aunque esta cinta
se va a un tono con elementos surreales donde se ven
reflejados los estados de su protagonista. En ocasiones apreciamos como “Bronson”
está en un escenario contando el relato con un público, riendo o vistiendo como
un payaso y montando un teatro de títeres, cuando en realidad está en un
confinamiento solitario en una celda que no lo deja mover ni las cejas a gusto.
No sé si Bronson tenga mucho que ver con A Clockwork Orange, pero hay un tema que
profundiza; el de la violencia extrema de un individuo que simplemente no
puede cambiar y la de un sistema que no puede comprenderlo. Las cárceles
no fueron hechas para reintegrar a sus prisioneros por más que se hagan llamar “correccionales”;
el gran pelón Michel Foucault estaría cómodo con el tema y también podríamos parafrasearlo
con sus tópicos sobre la locura. El protagonista no solo va a prisiones,
termina también en psiquiátricos y su conducta no logra ser explicada, ni su
actitud agresiva es mermada con medicamentos; no hay lugar para él, ni dentro
ni fuera de la cárcel, dónde provoca nuevos crímenes para hacerse más popular y
acaba sumido en la incomunicación total. Es a través de la violencia en donde Bronson
se siente cómodo y para él la prisión es el más cálido de los hogares.
La música es en su mayoría
de tipo clásica para las escenas de violencia, pero en una de las escenas más
memorables, cuando se encuentra en el psiquiátrico con los enfermos mentales y
esta medicado para evitar que “sea el mismo”, le ponen a los pacientes “I’ts a
sin” de los Pet Shop Boys; los "dementes" bailan a su particular forma mientras
nuestro protagonista medicado grita desesperado por no poder estar en su preciada cárcel golpeándose con guardias u otros prisioneros. En el filme
también se puede escuchar “Your silence face” de New Order y “The Eelectrician”
de The Walker Brothers.
Su pelea al final contra los
guardias tomando de rehén a su instructor de pintura y convirtiéndolo junto a
él en una de “sus obras de arte” es también impactante visualmente, todo con
aspecto de pinturas monocromáticas y surrealistas. Por su aspecto atípico es
una película difícil de valorar al día de hoy, pero con elementos suficientes para
tomar nota con un gran despliegue de arte escénico con travellings horizontales
y planos aéreos que delinean el hercúleo torso del más maniático Tom Hardy.
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