Con snobs y rock ‘n’ roll
Por Jorge Le Brun
A propósito de que ya fue 16
de septiembre y poniéndome oportunista ¿Por qué no hablar sobre cine mexicano?
El mismo que en 2016 produjo 162 largometrajes (más que en China), en donde 37
mujeres dirigieron (más que…nunca en la historia de este país), el que ha
ganado prestigio, premios internacionales y que sin embargo no vamos a ver (y
eso en raro caso que tengamos chance de verlo en salas).
La supuesta mediocridad del
cine mexicano es asociada por algunos miembros del respetable colectivo al fin
de la “época de oro”; el cine mexicano se había estancado por líos
burocráticos; los “Arieles” fueron descontinuados y tres de los estudios de
cine desaparecieron entre 1957 y 1958: Estudios Tepeyac, Clasa Films y Estudios
Azteca. A mediados de los 60 Luis “demagogias” Echeverría era el Secretario de
Gobernación en México; fiel a su “espilocho” anunció una “gran” reestructuración
de los esquemas del Banco Cinematográfico; fue puro “cotorreo” y a partir de
los 70s el cine fue estatizado, sin embargo fue en este contexto donde nuevas y
viejas voces se preocuparon e iniciaron un movimiento a favor del cine mexicano
que había perdido sus adeptos contra el cine hollywoodense y vanguardias
europeas. La UNAM fue pionera en la creación de cineclubes y en 1963 fundó el
Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), primera escuela
oficial de cine mexicano. Aunque la verdadera cereza del pastel fue el Primer
Concurso de Cine Experimenta que se celebró en 1965; según Jorge Ayala Blanco
(quien fue uno de los jueces) este evento ayudó a extender posibilidades
estéticas y narrativas en el cine mexicano.
Del total de 12 participantes,
fueron galardonadas unas 4; destacando La
fórmula secreta del genial y trágico Rubén Gámez con texto de Juan Rulfo y
voz de Jaime Sabines. Sin embargo, son de destacar todos los títulos y en esta
ocasión hablaremos de “El día comenzó ayer” de Ícaro Cisneros, un ex–actor
infantil e hijo de un guionista convertido en cineasta al debutar con esta
obra; el mismo año que el más conocido Arturo Ripstein.
Ícaro Cisneros |
Otro fenómeno al que el cine
no pudo escapar fue el Rock n roll, llegado a México a finales de los 50 y...tal
y como lo hicieron en los angloparlantes, los productores decidieron invertir
en las nuevas figuras musicales fílmicamente hablando. En el mismo concurso de
cine experimental hubo uno de guión donde la pluma de Carlos Fuentes engendró
lo que sería Los caifanes (Juan
Ibáñez 1967); una emblemática obra para los enemigos del convencionalismo. Fue
en este contexto donde discretamente hizo su aparición la opera prima de Cisneros.
La historia comienza con
Héctor (Héctor Godoy), un joven, taciturno y cursi escritor provinciano llegando
a la capital al paso de una locomotora; en su búsqueda de guía se encuentra con
el prepotente y cruel Mario (Carlos Rotzinger) que en un principio lo ayuda a
establecerse en la ciudad hasta que su novia, la frívola Gloria (Blanca Sánchez)
queda cautivada por el parecido de Héctor con un misterioso e importante
personaje de su pasado. Héctor queda también cautivado por Gloria y sin quererlo entra
a un mundo de los adinerados y aburridos jóvenes citadinos; un mundo de
superficialidades, nihilismo, lujuria y opulencia que lo envuelven.
El ecosistema de snobs está
conformado por orgullosos fiesteros, entre los que destacan Popis, su tío
Roberto y el Dr. Pascal; los tres ricos hedonistas anfitriones de sus fiestas
que solo buscan una forma de pasar el rato a costa de jugar con los demás y
menospreciar con su elitismo. Por encima del estoico Héctor enamoradizo
empedernido y el cinismo de Mario el personaje más complejo es el de Gloria, que si
bien tiene objetivos tan básicos como los de sus allegados, su enamoramiento la vuelve consiente de la insoportable levedad
del ser; los dilemas surgen en ella como también los pasajes oníricos con el
omnipresente Larry; el misterioso y ausente personaje parecido al recién llegado; siempre vigilando en forma de un dibujo enmarcado en una
pared.
Jóvenes en “su peor
variedad”: rebeldes, “agringados”, pedantes, descarriados en las drogas o el
alcohol, la prostitución, las bromas crueles y los juegos entre Mario y Popis o
cuando este último habla sobre haber encontrado a su preciado Larry en Suecia
haciendo “nada” y el hecho de encontrar eso interesante. La mezcla del rock n roll y los psicotrópicos me hacen
pensar en las influencias de la literatura de la onda en las nuevas
generaciones así como algún pasaje onírico guiñándole a Buñuel; visiones
surrealistas que giran nuevamente en torno a Larry.
Desde finales de los 1950 gran
figura precursora del rock mexicano es el aún activo Javier Bátiz; a quien
muchos le reconocen como maestro de figuras como Carlos
Santana y Alex Lora (será). Cabe señalar que él y su banda tienen créditos en la
musicalización de dos películas del primer concurso de cine experimental, por
el cuarto lugar Viento distante
(Salomón Laiter, Manuel Michel, Sergio Véjar 1965) y por supuesto en gran
parte de El día comenzó ayer.
Película difícil de encontrar
(yo la pude ver en la plataforma de Clarovideo); se trata de una obra olvidada que puede dar ideas respecto a un momento de la historia y la cultura mexicana
en los 1960.
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